Ayer por la mañana en el barrio La Colina de Limón

Expastor mata a su hija y se suicida en plena vía pública

Vecinos y conocidos escucharon los balazos pero nadie presenció el horrendo crimen

Limón.- Tras una discusión, un expastor evangélico, identificado como Antonio Barrera, le disparó en la cabeza a su hija Maritza, de 26 años, en la entrada de un callejón y luego se suicidó.

El crimen se registró a las 10:15 a.m. en el Barrio La Colina de Limón, contiguo al lavacar El Guacimón. La policía local informó que las víctimas son de nacionalidad salvadoreña.

Según la Cruz Roja, Antonio falleció en forma instantánea, mientras que su hija murió camino al Hospital Tony Facio.

El OIJ inició ayer las investigaciones que permitan esclarecer el caso, pues de manera oficial se desconocen los motivos que llevaron al hombre a cometer el crimen y luego quitarse la vida.

Sin embargo, un miembro de la Iglesia a la que asitía la joven, de apellido Alcázar, explicó que Barrera “no aprobaba una relación sentimental de la muchacha, a la que quiso ver casada con un hombre ideal”.

Encuentro mortal

Al parecer, Antonio regresaba de su trabajo como taxista y se topó a su hija cuando salía de la casa con rumbo a la iglesia Fundación Piedad Cristiana.

A unos 150 metros de la vivienda, Antonio la interceptó y empezó a discutir con ella. De pronto sacó el arma calibre nueve milímetros y aprovechó que no había nadie cerca para dispararle.

“Yo los vi caminando, él llevaba una bolsa y ella una cartera. Me alejé un poco con el taxi y de pronto escuché los disparos”, dijo Vladimir Ampié, un lugareño.

Douglas Barrantes, vecino de la zona, fue quien descubrió la desgarradora escena. “La muchacha estaba tirada, inconsciente pero viva, y llamé al 911 para solicitar ayuda”, relató.

De inmediato, los gritos y pedidos de auxilio se apoderaron del lugar. Dos hijos de Barrera sufrieron crisis nerviosas cuando se enteraron de lo sucedido.

Cambió de vida

Los vecinos explicaron que Antonio Barrera era pastor de una iglesia en la comunidad, sin embargo, por problemas personales se retiró hace tres años y se dedicó a manejar taxi.

Alcázar lo recordó como un hombre amable, cercano a la iglesia, pero muy preocupado por la elección de pareja de su hija. “Creo que tenía celos de padre”, manifestó.

Al igual que su madre, Maritza era educadora y le gustaba enseñar a jóvenes de su comunidad.

Ella quería ir ayer a la iglesia para ayudar en los preparativos de una boda.

Alcázar fue una de las últimas personas que conversó con ella por teléfono.

“Le hablé y me dijo que tenía ganas de venir al matrimonio. Ella no merecía esto”, concluyó.