Masacre en escuela amish de Pensilvania, Estados Unidos
Una de las niñas le pidió que la matara solo a ella
Sujeto asesinó cinco pequeñas de comunidad amish, de 6 a 13 años Agencias EFE, AP y AFP
El repartidor de leche Charles Roberts, de 32 años, llevaba una doble vida. Con su familia aparentaba ser un padre amoroso y un marido dedicado, pero por dentro, el odio que sentía hacia Dios había hecho de él una persona desequilibrada.
La muerte de su hija Elise hace nueve años, quien nació prematura y haber violado a dos niñas de su familia, de 3 y 4 años, hace ya dos décadas, lo llevaron el pasado lunes a ingresar a la escuela amish “Platte Canyon”.
Allí mató a sangre fría a cinco niñas, de entre 6 y 13 años. El sujeto, a su vez, hirió de gravedad a otras cinco pequeñas que se debaten entre la vida y la muerte en hospitales de la región.
Roberts se atrincheró en la escuela y, en un aula, dejó en libertad a varios adultos y a 15 alumnos varones, para luego ordenarle a las estudiantes restantes que se colocaran contra la pizarra.
De un disparo en la cabeza acabó con la vida de Marian Fisher (13), Anna Mae Stoltfus (12), Naomi Ebersol (7) y a las hermanas Mary y Lena Millar, de 8 y 7 años.
Después del ataque se dio a conocer que las niñas hablaron con Roberts y que Marian le pidió que dejara en libertad a las demás y que solo la matara a ella.
La información se desprende de una entrevista con Leroy Zook, publicada por el New York Times. Zook es el padre de dos de las sobrevivientes de la masacre.
“Hablaron con él y le preguntaron por qué actuaba así; les dijo que estaba amargado y enojado con Dios”, relató.
Fue entonces que Marian le suplicó: “mátame a mí y deja a las otras tranquilas”.
Historial
29 de setiembre 2006
Con 15 años, un joven de Wisconsin mató al director de su escuela, después de que le amonestara por fumar en el centro educativo.
27 de setiembre 2006
En Colorado murió una alumna de secundaria, cuando un sujeto de 54 años la mantuvo de rehén junto a otras seis alumnas. El atacante se mató.
21 de marzo 2005
Murieron cinco estudiantes de una escuela de Minnesota y cuatro personas más, a manos de un muchacho de 16 años que también se suicidó.
20 de abril 1999
Eric Harris, 18 años, y Dylan Klebold (17), disparan en el liceo de Columbine en Colorado y matan a 12 alumnos y a un profesor. Luego ambos tomaron la decisión de suicidarse.
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Para los amish, el tiempo se ha detenido
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Miembros de la comunidad lloraron la tragedia en la escuela. AP
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Este grupo protestante es descendiente de los anabaptistas suizos (no admiten el bautismo de los niños antes del uso de razón) y se caracteriza por su rechazo de dispositivos modernos como el automóvil y la electricidad.
Son muy unidos y todavía conservan su lengua original, el alemán. Su migración a EE. UU. empezó en el siglo XVIII y actualmente, allí viven más de 200 mil amish: en Pensilvania, Ohio, Indiana, Maryland y Iowa. Su estilo de vida varía de comunidad en comunidad (tienen raíces menonitas), pero son famosos por sus carruajes tirados por caballos.
Ellos no ven televisión, no usan la radio ni la electricidad y su indumentaria es también un signo distintivo: en los hombres son característicos los pantalones, chalecos, sombreros y la barba. Las mujeres usan largos vestidos y gorros.
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Confesó sus motivos antes de suicidarse
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A simple vista, Charles y su esposa aparentaban ser una pareja feliz. AP
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Charles Roberts estaba casado con Mary Roberts y era padre de tres niños de menos de siete años. A su esposa la llamó antes de cometer los asesinatos, diciéndole que no regresaría a su casa y que había cometido abusos, contra dos menores, hace 20 años.
“Estoy lleno de odio hacia mí y hacia Dios, y de un vacío inimaginable. Parece que cada vez que hago algo divertido, pienso en Elise, que no está aquí para compartirlo con nosotros y vuelvo a la ira”, dejó dicho también el asesino, en una de varias cartas.
Para el comandante de la policía de Pensilvania, Jeffrey Miller, el asesino era un hombre profundamente trastornado y psicológicamente alterado, pero la gente no se daba cuenta.
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El cortejo fúnebre de Anna Mae Stoltfus, una de las niñas fallecidas en Pensilvania, reunió a decenas de carruajes. AFP
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