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Domingo 08 de octubre, 2006, San José, Costa Rica.
 

Jugadores hablan con sus tatuajes

Fútbol de marca

Hay muchos que se quitan la marca de los rivales en la cancha y se ponen la propia en la piel

Antonio ALFARO

Ellos no se quitan la marca de encima ni cuando salen de la cancha. La llevan en la piel y con orgullo la muestran.

Aunque les dolió un poco, según admiten, quizás más que una falta en la disputa del balón, creen que valió la pena. “Sí duele un poco, se sienten punzonazos de aguja, como si lo picaran a uno un montón de avispas”, señala el liguista Yosimar Arias, uno de los jugadores de nuestro fútbol que se han tatuado.

Estar marcado los 90 minutos puede resultar fastidioso para cualquier jugador, pero estarlo de por vida es para algunos un detalle especial. “No me arrepiento, porque son cosas importantes para mí”, señala el volante morado Alonso Solís, orgulloso del corazón tatuado en el pecho, coronado con la inscripción de “Dios” y rodeado por el nombre de sus amores, Tamara y Michel, sus hijas, y Amalia, su esposa.

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Solís tapó una cicatriz con un diseño propio que le recuerda a Dios y los suyos.
Archivo

Más que adornos en la piel, varios de los futbolistas llevan tatuados motivos espirituales, desde una cruz, la corona de espinas y los clavos que castigaron a Cristo, todos presentes en William Sunsing; hasta la imagen de Virgen en la espalda de Yosimar Arias (“mi papá es muy religioso y me dijo que me dejaba hacerme un tatuaje si era algo de Dios”, comenta el joven).

Otros son dedicados a los seres queridos, como en el caso de Alejandro Alpízar, quien no solo estrenó la camiseta del cuadro morado en esta temporada, sino ese dibujo en el antebrazo derecho.

A simple vista parece una colorida llama de fuego, pero con detenimiento se pueden distinguir la “D” de su hijo Derek (tres años), la “D” de su hijo Dylan (dos años) y la “V” de su pequeña Valery (de un año). Por ahora no piensa hacerse otro, pero no le quedará más si viene al mundo otro heredero.

“No, ya no más”, advierte de inmediato con una sonrisa.

Aunque no es fácil después de un tatuaje abstenerse de algún otro, según cuentan quienes se lo han hecho... ¡Qué lo diga William Sunsing, quien ya suma doce!... Hay quienes en cambio piensan que uno o dos tatuajes son más que suficientes. “Más ya serían muchos”, señala Alonso Solís.

Tampoco es tatuarse por tatuarse, señala Alejandro Alpízar, razón que a él le sobra para quedarse solo con uno. “Hay que tener claro que es algo que uno va a tener para siempre. No va a hacerse un tatuaje y decir al día siguiente: ya no me gusta y me lo quito”, señala el delantero, casi como un consejo para aquellos que vayan a tatuarse.

Nadie puede negar, sin embargo, que los tatuajes se han convertido en tendencia y la cada vez más frecuente aparición de artistas y jugadores internacionales con diseños en la piel podría motivar a más de uno a atreverse.

“Desde hace tiempo tenía la curiosidad de hacérmelo, pero me lo hubiera hecho, aunque no fuera futbolista”, considera Yosimar, satisfecho de la imagen bajo su camisa, en la que tardaron cerca de tres horas y media en tres sesiones. Más tiempo le durará en la piel, una marca que no se acaba con los 90 minutos de juego.

Tiene doce

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William Sunsing

Su cuerpo está llleno de tatuajes, casi todos alusivos a Cristo, desde la corona de espinas, haslos clavos que le metieron en manos y pies. El primero que se hizo fue una “Estrella de David” en el hombro, pero el que más le gusta es la cruz que lleva en la espalda, el más grande de todos. Sunsing no descarta hacerse un par más, quizás en el cuello.

1 En pantorrilla derecha

1 En pantorrilla izquierda

1 En el pecho lado derecho

3 En el brazo derecho

2 En el brazo izquierdo

1 En la muñeca derecha

3 En la espalda

Iverson, Ronaldo y otros más

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El francés Cissé, aún lesionado, desearía poder volar.
AP

Muy pocos se atreverían a hacerse 23 tatuajes, como el basquetbolista Allen Iverson, pero quizás menos se pondrían uno en la cara, al estilo del boxeador Mike Tyson.

Pocos se han tatuado tanto como el exbasquetbolista Dennis Rodman, quien lucía todo el pecho tatuado, con dos toros enfrentándose.

Son casos extremos, que destacan en medio de otros menos atrevidos, como la cruz con alas en la nuca del futbolista David Beckham, quien también tiene los antebrazos tatuados, o el centurión romano blandiendo su espada en el hombro derecho del italiano Francesco Totti.

Quien posiblemente lo piense mejor antes de hacerse otro tatuaje es Ronaldo, después de haberse puesto en la muñeca derecha una “R” y una “D” unidas por un corazón, en honor a su relación con Danielle Cicarelli, sin sospechar que el tatuaje le duraría para siempre y la relación tan solo unos meses. No le quedó más que arreglarlo transformando la “D” en otra “R”.

Menos problemas tuvieron Michael Jordan, con la letra Omega del alfabeto griego, similar a una herradura, símbolo de una fraternidad que integra, y Shaquille O’Neal, quien optó por la “S” de Supermán. Tampoco Maradona parece haberse arrepentido de llevar a Fidel Castro en la zurda.

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En lo que parece una llama, Alpízar esconde tres letras muy importantes para él.
Manuel Vega

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El delantero Marvin Calvo esconde un tatuaje debajo de la camiseta liguista.
Herbert ARLEY

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Yosimar Arias confiesa que le dolió un poco su Virgen, pero no se arrepiente.
Rafael Pacheco

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Fonseca tiene un corazón, “Dios” y los nombres de sus seres queridos.
Herbert Arley


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