Ticos que vivieron el ataque lo recuerdan
Tras 5 años, el horror sigue latente
Aniversario de ataque terrorista y las heridas siguen abiertas Ronny Rojas ronnyrojas@aldia.co.cr
“Fue un día trágico; era el primer día de clases de mi hija en una escuela cerca de las Torres Gemelas”, recuerda Gabriela Valenzuela, una tica que vivió de cerca el ataque terrorista del 11 de setiembre de 2001, en Nueva York.
“Al día siguiente nos fuimos al campo y regresamos en autobús varias semanas después. Al llegar a la entrada del túnel que lleva a la ciudad, subieron al autobús varios policías y soldados. Nos bajaron a todos y revisaron nuestras pertenencias. El chofer era hindú y le quitaron el abrigo y su camisa; fue humillante. Él, asustado subió y tomó su identificación de chofer; las lágrimas le corrían por las mejillas. En ese momento me di cuenta que nunca nada sería igual”, recuerda Gabriela.
3.064
personas, en total, murieron durante los atentados del 11 de setiembre del 2001.
494
de los fallecidos eran extranjeros o estadounidenses con doble nacionalidad.
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“Cuando cayeron las torres, pensé que era mi final. Lo único que se veía era un polvo blanco y mucha gente herida”, dice José Sandoval, otro costarricense que estuvo muy cerca de las torres cuando estas se derrumbaron.
“Aquello se veía como un enorme cenicero, con grandes piezas de metal retorcidas y una columna de humo que continuó saliendo durante semanas”, recordó Mauricio Sandoval, hermano menor de José, y quien trabaja en el Banco de Nueva York.
Heridas aún no sanan
Después de dos guerras, 2.657 soldados estadounidenses muertos en Iraq y miles de víctimas civiles –iraquíes, afganos y de otras nacionalidades–, Estados Unidos aún libra una lucha llena de rencor en contra del terrorismo, que es dudosa para muchos.
Hace pocos días, los familiares de los fallecidos en el ataque contra las Torres Gemelas abrieron un “centro de visitantes” en la zona cero, donde rinden homenaje a sus seres queridos, a través de fotografías, artículos y recuerdos.
El pasado jueves se presentaron en Nueva York los tres rascacielos diseñados por los arquitectos Norman Foster, Richard Rogers y Fumihiko Maki que completarán la reconstrucción del Centro Mundial de Comercio, junto a la terminal de transporte diseñada por el español Santiago Calatrava, y cuyas obras se espera que estén listas en el año 2012.
Un reciente estudio del hospital neoyorkino Monte Sinaí, demostró que el 60 por ciento de los casi 40 mil voluntarios que colaboraron en la limpieza del World Trade Center, sufren de enfermedades respiratorias por el material tóxico que contaminó el aire, producto del derrumbamiento.
Ni Hollywood, que antes de los ataques disfrutaba con sus películas sobre ataques terroristas en Estados Unidos, se atrevió a recordar la tragedia del 11 de setiembre. Solo hace dos meses se estrenaron las películas “United 93” y “World Trade Center”.
Mañana, mientras muchos lloran, el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, posiblemente reirá.
Las horas de una tragedia
8:45 a.m.: Un avión de pasajeros se estrella contra una de las Torres Gemelas, en Nueva York.
A 9:03 a.m.: Otro avión, un Boeing 767, choca contra la otra Torre Gemela.
9:40 a.m.: Se ordena el cierre de todos los aeropuertos del país.
9:45 a.m.: Otro avión se estrella contra el Pentágono, en Washington.
10:05 a.m.: Una de las Torres Gemelas (la del sur) se desploma.
10:10 a.m.: Otro avión comercial se estrella en Pensilvania. A la misma hora se desploma parte del Pentágono.
10:28 a.m.: Cae la segunda Torre Gemela.
11:15 a.m.: American Airlines y United Airlines confirman la pérdida de cuatro aviones, tres de los cuales fueron usados en los atentados terroristas.
8:30 p.m.: Bush habla en la televisión e informa; que hubo miles de muertos en atentados.
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“Era el primer día de clases”
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Ella es diseñadora industrial. Gabriela Valenzuela
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Gabriela Valenzuela es una artista tica que vivía en Nueva York, en setiembre del 2001. Buscando un sitio más seguro para su hija, ella regresó al país en el 2003.
“Era el primer día de clases de mi hija, en una escuelita Montessori a seis cuadras de las Torres. Llegamos temprano y hubo tiempo para despedidas y promesas.
“La dejé, y me fui para el estudio. Me lavé las manos. Me puse el delantal, y me senté frente al torno.
Poco después, en la radio alguien describía un accidente en forma poética. “Presté atención, corrí y encendí el televisor. En ese momento pensé en mi hija, en mi marido, en mis amigos. Quise llamar por teléfono, pero no servía.
“Solo podía caminar y mi angustia aumentaba al encontrar barreras policiales que no permitían ir hacia el sur. Noté la ausencia de las Torres. Colapsé y empecé a llorar.
Llegué a la puerta de la escuela. Me aseguré de que mi hija estuviese bien, la abracé y me dijo: “Sé lo que sucede. Nunca podremos ir a ver New York desde la cúspide de las Torres”.
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“Las cosas han cambiado”
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En su oficina. Al fondo se ve la zona cero. Mauricio Sandoval
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Mauricio Sandoval, de 25 años y de padres costarricenses, trabaja en el Banco de Nueva York, en un edifico justo al lado de donde estaban las Torres Gemelas.
“El 11 de setiembre yo iba en ferry para el trabajo. La gente comenzó a mirar por la ventana. Me asomé y vi las dos torres ardiendo.
“El ferry dio vuelta y desembarcamos en Staten Island. Desde allí pude ver como se caían las torres, y aunque estaba lejos, el estruendo era impresionante. Pensé que mis compañeros de trabajo habían muerto.
“Las cosas ya no son iguales. Aquí la gente es más desconfiada. Dios guarde que alguien olvide una bolsa o una maleta en un tren, porque todos creen que se trata de una bomba.
“Desde la ventana de mi oficina puedo ver la zona cero. Cada año, el 11 de setiembre hacemos una pausa y reflexionamos sobre lo que pasó ese día.
“Nunca he tenido problemas por ser latino, pero a la gente árabe ya no la ven igual aquí”.
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“Creí que la torre caería sobre nosotros”
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José (derecha) emigró a EE. UU. cuando tenía 5 años. José Sandoval
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José Sandoval, de 35 años, es el hermano mayor de Mauricio. En el momento de los ataques terroristas del 2001, José trabajaba como director de seguridad en la tienda “Brooks Brothers”, cuyo edificio estaba en la calle Liberty, frente a las Torres Gemelas.
“Yo llegué al lugar caminando, a revisar que había pasado con la tienda, pero ya estaba cerrada. Podía ver las torres quemándose y mucha gente herida que salía de ellas. Cuando cayó la primera torre pensé que caería sobre todos nosotros, así que corrí lo más rápido posible. Después de que los edificios se cayeron hubo un silencio total.
“La presión que provocó el colapso lanzó a muchas personas contra las paredes y los vidrios de otros edificios.
“El aire estaba tan cargado de polvo que no se podía ver ni a cinco pulgadas al frente. Mis ojos estaban irritados. Subí a un edificio cercano y me llevaron a la enfermería; al regresar a la tienda, estaba destruida.
Después de la tragedia, se aprende a vivir una vida más simple. Valora más a la familia y se siente más cerca de Dios”, dice José, que ahora tiene su propia empresa de seguridad.
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Aidan, Brianne, Jack y Liam, (en el orden usual)perdieron a su papá, Brian McAleese, en el ataque a Nueva York. El viernes navegaron en bote frente a la ciudad. AP
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Entre polvo y angustia miles de neoyorkinos evacuaron la ciudad sin saber lo que realmente había pasado. AP
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Hoy, Nueva York sigue adelante con su agitado ritmo de vida. Pero la gente es más cautelosa. Cristian Rojas para Al Día
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Antes y después: La zona de Park Row, el 11 de setiembre (izquierda) y en junio pasado. AP
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