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 Nacionales Domingo 24 de septiembre, 2006, San José, Costa Rica.
 

Un vistazo al trabajo de los Maridos de Alquiler

“Esposos” que le entran a casi todo

Entierran mascotas, cambian bombillos, pintan casas, y han tenido que negarse ante mujeres y hombres que buscan placer

Ronny Rojas

Quizá usted los ha visto pasar por la calle, enfundados en sus llamativos trajes amarillos. O puede ser que ellos hayan visitado su casa para arreglar una fuga de agua o una gotera en el techo.

La idea, que nació como una forma desesperada de ganarse el arroz y los frijoles, se convirtió en un innovador y pujante negocio llamado “Maridos de Alquiler”.

700

es el promedio de solicitudes que reciben al mes en la Gran Área Metropolitana.

Ellos sacan de apuros a más de uno. Pero... ¿cuáles son esos apuros que tenemos los ticos?

Hace dos años, Sergio Sánchez, uno de los 23 maridos de alquiler que trabajan en el país, recibió una llamada de una modesta casa en Zapote y, al llegar, se enteró de que su trabajo era cambiar un bombillo de la cocina.

“Todavía hoy sigo pensando qué fue aquello, no pude entender por qué me llamaron”, recuerda.

Aparicio Cordero Rodríguez, fundador de la empresa, ha cosechado muchas anécdotas durante los seis años que tiene metido en esto de cobrar por ser “marido”.

“Una vez, una señora nos llamó para enterrar un perro antes de las 3 de la tarde, cuando sus chiquitos llegaban de la escuela.

También hemos recuperado gatos o ratones que se murieron en el techo, y hasta tuvimos que enterrar un caballo”, cuenta.

En otra ocasión, los contrataron para que trasladaran un cadáver desde el hospital Calderón Guardia hasta Guanacaste.

“Al señor le salió como siete veces más barato que si hubiera contratado a una funeraria”.

Piden servicios sexuales

Actualmente, los maridos de alquiler realizan más de 200 tipos de trabajos. No obstante, la gran mayoría son de carpintería, electricidad, fontanería y pintura.

Pero eso no evita que algunas personas malinterpreten su provocativo nombre y los llamen para algo más que una reparación.

“Si usted supiera la cantidad de mujeres que llaman solicitando servicios sexuales... Son bastantes, incluso, turistas, hombres y mujeres. Si aquí hubiera un área dedicada a eso, yo estaría pensionado”, dice Cordero.

Sin embargo, afirma que ese es uno de los pocos trabajos que los maridos de alquiler no realizan.

De hecho, estos afanosos hombres se rigen por un estricto código de ética para garantizar un trabajo responsable a sus clientes.

Mascotas y celos

Los “maridos” también han tenido que bañar perros, sacar culebras de las casas, limpiar ventanas y hasta abrir carros porque alguien dejó las llaves adentro.

En ocasiones corren para cambiar una llanta estallada o llevarle gasolina a un chofer descuidado que se quedó varado.

Les ha tocado abrir cajas fuertes y, una vez, los llamaron de una residencia en Escazú para que sacaran a varios murciélagos que vivían en lo alto de una viga.

“Tuvimos que consultar a un especialista en la universidad para saber cómo los sacábamos sin matarlos. Pusimos sensores que emitían un sonido que solo los murciélagos escuchan y se fueron”, recuerda Cordero.

“Hay señoras que llaman y piden que el ‘marido’ no porte su uniforme, ni que el carro tenga rótulos, porque les da vergüenza con los vecinos o porque sus esposos son muy celosos”.

Los “maridos” han presenciado discusiones entre mujeres y sus esposos, a quienes no les gustó encontrar a otro hombre acostado debajo del fregadero.

“Hemos visto agresiones físicas y lo que hacemos es tomar las cosas, irnos y poner la denuncia. Pero hasta ahí, es algo privado”.

También han sido contratados por madres preocupadas para seguir a los hijos y averiguar si tienen “malas compañías”.

Entre el personal que se dedica a esta labor, dice Cordero, hay contadores y administradores que decidieron cambiar de profesión. Pero también médicos y abogados se han puesto el uniforme amarillo hasta por dos años.

Así es parte del trabajo de estos hombres que se mueven de casa en casa, reemplazando en ciertas cosas a los esposos del país.

Variedad

“Maridos de Alquiler” atiende solicitudes de plomería, albañilería, destapado de drenajes, carpintería, instalaciones de gas y jardinería, así como telefonía, computadoras, lavado de alfombras y mensajería urbana.

Según su dueño, los servicios de esta firma son muy solicitados por personas de clase media, media alta y alta.

Los trabajos más comunes que atienden son fugas de agua y cortocircuitos.

Trabajan 24 horas al día y aseguran que llegan al sitio en menos de 90 minutos.

“Una vez casi salí corriendo”

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Sánchez dice que lo normal es atender 10 órdenes de trabajo al día.
Rafael Pacheco

Sergio Sánchez Leitón trabaja como marido de alquiler desde hace cinco años.

Es maestro de obras y, por lo tanto, sus especialidades son albañilería, electricidad y plomería.

Durante este tiempo, ha realizado grandes remodelaciones en embajadas y casas de algunas personalidades de Costa Rica.

Él también guarda varias anécdotas como “marido alquilado” y confiesa que, varias veces, algunas mujeres le han insinuado que no se limite a realizar el trabajo para el que fue contratado. Sin embargo, Sánchez dice que ese tipo de cosas ni siquiera se ven como una opción.

Pero no solo mujeres ha debido rechazar. Hace 3 años, atendió una llamada en Moravia y, al llegar, lo recibió un hombre “cariñoso” que hasta se tomó la libertad de poner una película pornográfica.

“Hasta me ofreció una cerveza. Yo hice mi trabajo y salí de la casa casi corriendo”, recuerda Sánchez, de 34 años.

Este vecino de San Pedro de Montes de Oca comenzó a trabajar en construcción con su abuelo cuando tenía 14 años y, al cumplir, 18 siguió haciéndolo por su propia cuenta.

Su trabajo actual le ha permitido ganarse la vida y mantener a su familia con alguna comodidad. En estos días está construyendo casa propia.

Una idea que surgió de un problema

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Cordero, de 43 años, consolidó un buen negocio.
José Rivera

Hace poco más de seis años, Aparicio Cordero dejó su puesto como gerente de mercadeo en una empresa para atender a un hijo gravemente enfermo.

Sus ahorros se fueron en gastos médicos y quedó desempleado. Un día, en el 2000, una mujer le preguntó si conocía a alguien que le pintara de emergencia una pared de la casa.

Aunque no sabía de brochas, Cordero se ofreció para hacer el trabajo y, cuatro meses después, tenía tres ayudantes para atender otros llamados.

El primer año como marido de alquiler, este vecino de San Antonio de Belén viajaba en bus, con herramientas y escalera, para atender a sus clientes.

Hoy, la empresa se alista para cubrir todo el país y pronto abrirá nuevas franquicias en México, Guatemala, Panamá, El Salvador y España.

“Creamos un modelo de negocios auténticamente costarricense y exportable. La gente debe saber que el dinero está en la calle: solo hay que salir e intentarlo”, dice Cordero.

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Luis Arce Umaña, uno de los 23 “maridos” que hay en el país, está especializado en jardinería. Cada uniforme cuesta ¢13 mil y son exclusivos de la compañía.
José Rivera

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Josué Cordero repara lavadoras y fugas de agua.
José Rivera

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