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 Nacionales Domingo 12 de agosto, 2007, San José, Costa Rica.
   

Debemos estar libres de las riquezas que atan y esclavizan

Todos a trabajar por el Reino de Dios

Mario Montes Moraga

El texto del Evangelio de hoy, en su primera parte, está formado por diversas sentencias del Señor, que están en conexión con el texto del rico necio y codicioso (ver Lucas 12,13-21).

Se dice, entonces, lo mismo: “Consigan bolsas que no se rompan, un tesoro inagotable en el cielo”. También se repite la temática sobre la oración (ver Lucas 11,1-13): “¿Cuánto más el Padre dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?

No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino…”.

Después, el evangelista San Lucas presenta una parábola - enigma, que se completa con la pregunta que Pedro hace a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?”. La primera parte de la parábola es una colección de sentencias o dichos, al estilo de los sabios judíos, sobre la necesidad de estar vigilantes. La fórmula que dice “dichosos los criados a quienes… dichosos ellos” (versículos 37-38), acompañan la advertencia a estar preparados, esperando la Venida del Hijo del Hombre.

De hecho, la Venida del hijo del Hombre es la que asegura que el ladrón no se meterá en la casa. Comparemos con la frase inicial de la lectura, del versículo 33: “acumulen un tesoro en el cielo, donde no se acerca el ladrón”. Jesús se presenta en medio de su comunidad, antes que llegue el ladrón. De hecho, Jesús mismo se presentará en su Segunda Venida, como un ladrón (1 Tesalonicenses 5,2). Por eso, debemos estar preparados para abrirle la puerta (ver Apocalipsis 3,20) y así deshacerse del ladrón que llega a robar.

A la hora de la verdad, lo importante es “estar listos, con la túnica puesta”. Es la actitud de quien se identifica con Jesús, “que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá”. Siguiendo este tipo de identificación, la lectura da paso a la imagen del administrador, “puesto por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartir los alimentos a su tiempo”. Quien sabe lo que su amo desea y está dispuesto a ponerlo en práctica (Lucas 11,28), reconoce que la Palabra del Señor es un alimento que tiene que distribuir entre sus hermanos y hermanas.

Tanto la parábola sobre la vigilancia, como la del administrador fiel, son una invitación este domingo a permanecer despiertos y vigilantes, muy atentos, libres de las riquezas que esclavizan y atan de las preocupaciones que ahogan, confiados en las manos providentes del Padre, siendo dichosos, mientras viene el Señor, en trabajar por su Reino, en la construcción de una nueva sociedad, con la que soñamos, con una mente despierta y lúcida, no preocupada por intereses mundanos ni por acumular riquezas.

Foto: 1686916
Jesús nos pide que sigamos sus pasos.
Internet.

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