“Soy peligrosa”

Ana Lucía Vega se cansó de ser solo la chica buena. Aunque no pretende cambiar, de vez en cuando quiere verse malvada: para eso se puso implantes

Cuando algo está bien, puede estar mejor, y que lo diga la modelo Ana Lucía Vega, quien hace 22 días decidió –luego de pensarlo mucho– someterse al bisturí y aumentar su “pechonalidad”.

El resultado salta a la vista y también de su sostén. Ella asegura estar satisfecha con su nueva adquisición, que no se cansa de ver en el espejo.

“Ahora soy peligrosa”, bromea. “Yo siempre he tenido una imagen de chiquita buena, esto me ha beneficiado mucho, pero en las fiestas y para cierto tipo de modelaje quería verme también peligrosa”, comenta Vega, aunque le costará un poco, porque ella sigue siendo tan dulce como un tarro de miel.

Vega, quien trabaja en “Sábado feliz” como modelo y animadora, era una de las pocas modelos que no había caído en la tentación de las operaciones estéticas.

“Me costó mucho tomar la decisión porque al principio no quería, pero por hacer tanto ejercicio se me había bajado mucho el busto, entonces quise arreglármelo por estética y porque tal vez ya me hacía falta”, explicó.

La joven se puso 300 centímetros cúbicos en la clínica del doctor Gabriel Peralta y pasó de ser talla 32 B a la muy llamativa 36 C. Asegura que la operación le costó $2.700 (unos ¢1,4 millones).

La estudiante de periodismo le pidió al cirujano que le pusiera los implantes encima del músculo. “No quería que me salieran del cuello y muy apretadas, me gusta que tengan una caída natural”.

“El doctor me dijo que haga mi vida lo más normal que se pueda. No puedo hacer aeróbicos, ni alzar pesas en un mes, solo puedo caminar en la banda. Me siento toda floja”, comentó Vega.

Como es de esperarse, los resultados llegaron muy rápido.

“Sí, se fijan mucho en mi pecho, no solo los hombres, también las mujeres”, cuenta.

Más bien, hasta ha causado peleas entre novios.

“En la fiesta de Marlboro, del sábado pasado, un muchacho se me quedó viendo fijamente a mis pechos y la novia le tuvo que correr la cara con la mano. Bueno, ella tenía razón de estar enojada”, aseguró.

Aunque muchas de las blusas se le ven mejor, porque llena más los escotes, otras ya no le quedan.

“Mi mamá y mis dos hermanas ya se las están repartiendo. Es un hecho que tendré que ampliar mi guardarropa”.

Ana Lucía está muy contenta con su imagen actual, pero asegura que ella es más que una chica con unos buenos implantes: no es “plástica”.