Pido la palabra

Piedad, por favor

La Asamblea Legislativa cada día se parece más a una telenovela.

El último y “emocionante” capítulo se relaciona con la reinstalación del Día de la Madre el 15 de agosto, lo cual significa que no se celebrará al siguiente lunes.

Una decisión tan sencilla, aclamada por un enorme sector del pueblo, se enredó entre las intrigas que se cuecen los uniquitos días que trabajan en Cuesta de Moras.

¿Cómo es posible que no pudieran cambiar la ley para que rigiera este 2007?

Era un trámite simple, que tenía mayoría de votos y no demandaba más que ganas de laborar. Pero los intereses y la politiquería han estado, están y estarán antes que el deber.

A veces mi imaginación me juega sus bromas. ¿Qué habría pasado si nuestros legisladores hubieran tenido que aprobar la partición del Mar Rojo? El pueblo israelí aún estaría esclavo en Egipto.

La anemia galopante de ese Poder recrudece. Cada nueva Asamblea es peor que la otra y cada día que asisten a sesiones (¡y no son muchos!) presenciamos un espectáculo filibustero deplorable y sonrojante.

Don William Walker y sus nefastas huestes estarían en su charco.

Pocos ciudadanos creen en las promesas de los diputados, pues los hechos los desmienten.

¡Y todavía hay políticos que sueñan con la reelección!

Dios no debe castigarnos tanto.