La pura verdad

Democracia de las urnas

“Viva Chávez”, aulló un acólito en el salón Ayacucho del Palacio Miraflores, la madrugada del lunes 3 de diciembre, y nadie le respondió.

Caras largas, desconcertadas, frustradas, no salían de su estupor ante el trance inimaginable por el que la democracia les hacía pasar.

Madrugada inolvidable. El opio de un combo de reformas de tufo totalitario acababa de ser enterrado por el pueblo venezolano en las urnas.

El aprendiz de tiranuelo, amenazado por su Alto Mando Militar, se veía forzado a admitir una derrota histórica.

La “tiranía de la mayoría” le torpedeó, por un pelo, su pretensión de convertirse en el nuevo Stroesnner, en el nuevo Fidel.

Sobran las razones en la debacle que se viene. Como lo admite su mayor mentor, el alemán Dieterich, el autoritarismo del bufón lo tiene al borde del cadalso con ese engendro de los montes que hoy algunos llaman “Socialismo del Siglo XXI”.

La inflación disparada, la más alta de Latinoamérica, desabastecimiento de productos básicos, el pueblo no tiene ni leche ni papel higiénico, desempleo desbocado, corrupción a la vuelta de la esquina y gravísima criminalidad (en Caracas matan 50 gentes cada fin de semana) y un país convertido en el nuevo santuario narco del hemisferio amén de ser refugio de cuanto terrorista o izquierdista, aún delirante tras la caída del Muro.

“Ha sido– dijo, aquel bufón desencajado– una victoria moral”. El mismo cuento chino le escuchamos a algunos políticos, sindicalistas y universitarios ticos la noche bendita del 7 de octubre.

Las palabras mágicas del año– Sí en Costa Rica. No en Venezuela. ¡Y que viva la democracia por siempre!..