El toro encendió pasiones en las Fiestas Típicas de Santa Cruz

Su Majestad “El Malacrianza”

Otro montador más pretendió dominarlo, pero el animal volvió a salir victorioso

Santa Cruz, Guanacaste. - A las 5:10 p.m. del pasado miércoles, la ansiedad en los tablados, la barrera y el ruedo era incontenible.

Unas 6 mil personas, la mayoría de pie, colmaban el redondel de “Los Mangos” en las Fiestas Típicas Nacionales de Santa Cruz. Mientras tanto, la brisa refrescaba la tarde.

“¿Querían a ‘El Malacrianza’ y por él vinieron? ¿Quieren verlo? Aquí lo tenemos y lo vamos a espuelear, porque este toro no se puede ir sin montarlo”, anunció, eufórico, por el equipo de sonido Casimiro “Miro” Contreras, gran narrador taurino.

Y el público, sin importar edad, sexo ni condición social, estalló en una alucinante algarabía: el animal sería montado y, para mayor emoción y morbosidad, en la jugada número 13.

En los últimos años, “El Malacrianza” se ha ganado la fama de ser uno de los toros más bravos del país porque, desdichadamente, dos montadores han muerto y muchos otros han salido golpeados al intentar dominarlo.

La histeria colectiva se justificaba, pues, hasta ese momento, lo acordado por el dueño del animal, el mandador de toros y el fiscal de las corridas era que saldría sin montador en sus lomos para evitar una nueva tragedia.

Sin embargo, la presión del público fue tal, que echaron marcha atrás, pero sin responsabilizarse de las consecuencias.

Esto abría un reto cantonal: un ganadero de Nicoya, Oswaldo Rodríguez, dueño de “El Malacrianza”, ilusionado con que el toro saliera victorioso, y una afición santacruceña, deseosa de que una de sus mejores “piernas”, Géiner Cisneros, “Carrilero”, lograra sostenerse y triunfar.

“Es bueno que se sepa que aquí hay toro para cualquier ‘atravesado’, pero también debe quedar claro que hay montador para cualquier cimarrón que venga jugando de bravucón. Pidámosle al Negro de Esquipulas (patrono del cantón) que todo salga bien”, comentó “Miro” Contreras.

La emoción estalló, se desbordó, cuando algunos de los asistentes sacaron dinero para ofrecérselo al montador.

“Mario Pizarro ofrece ¢20 mil; Florencia Villalta, ¢5 mil; Aarón Matarrita, también otros ¢5 mil; Isabel Barrantes, allá, ¢10 mil”, relataba “Miro”.

En pocos minutos, en medio de una plaza delirante, la suma superó los ¢100 mil.

“Y nos vamos para la manga. Aquí está ‘El Malacrianza’. Ya está en la zona de combate. Es un toro concho, verdaderamente ordinario, pardo, negro, de cachos pailetos, macuco y de una inmensa fortaleza”, describió el locutor.

La gente brincaba.

“Carrilero”, ayudado por Wílberth Leal, se agarraba fuerte al doble pretal, mientras afincaba las espuelas fijas.

El montador respiraba profunda y aceleradamente con la mirada clavada en los lomos del toro.

¿En quién estaría pensando? Quizás en su madre. ¿A quién se encomendaba? Tal vez al Santo Cristo de Esquipulas.

“¡Vamos, Géiner!, esta es su oportunidad de demostrar su grandeza como montador”, gritó, emocionado, “Miro”.

La bestia, de más de 600 kilos, y el montador estaban a punto de salir, y, en la plaza, una muchedumbre con el alma en vilo. “Aquí va saliendo, aquí lo va jugando... pa’arriba... pa’arriba... pa’arriba... pa’arriba... pa’arriba... y se lo quitóoooooooo y se fueeee. ¡Qué torazo¡ ¡Vaya monta, ‘Carrilero’!”, gritaba “Miro”.

El público enloqueció con una de las más arraigadas y puras tradiciones guanacastecas.

“Carrilero” había demostrado que de Santa Cruz no se va ningún cimarrón sin montar, aunque Su Majestad “El Malacrianza” venció una vez más.

“Es un gran toro y sentí miedo” Géiner Cisneros Géiner “Carrilero” Cisneros, montador, estilo rústico. ¿Cómo se sintió? ¡Idiay!, con un poco de miedo por la calidad del toro. Gracias a Dios, salí bien. ¿Primera vez que lo montaba? Sí, aunque ya lo había visto dos veces. Sabía que era un toro muy recio y fuerte. ¿Cuál fue su plan de acción? Tener equilibrio, irme con el toro, no perderle su cabeza y cuidarme de que no me golpeara la cara. ¿Un momento difícil? Sí, cuando me golpeó y me zafó el hombro con el cacho. ¿Qué hizo? Me tiré, pues del próximo golpe no me salvaría.

Montadores exigen más apoyo y pólizas de riesgos Santa Cruz, Guanacaste. - “Llegué con la ilusión de montar, de dedicarle el toro a mi Santo Cristo de Esquipulas y a mi abuelo, el viejo Alcides Yuca, pero el mandador no me prestó las espuelas y hoy no tuve oportunidad”, afirmó, el miércoles en el redondel de “Los Mangos”, el montador Luis Diego Rodríguez, de 26 años. Él y otros compañeros, que, esa tarde, sí pudieron montar, carecen de un seguro en caso de muerte o de una invalidez total. Lo único que reciben es atención médica. Glen Wells, presidente de la Asociación de Montadores “Los Típicos de Santa Cruz”, integrada por unos 25 muchachos, dijo que se necesita aprobar un nuevo reglamento de competición que mantenga la actividad, pero que también proteja la vida de los montadores. Juan Carlos Briceño, experimentado promotor, reconoció la necesidad de las pólizas, pero alegó que falta mayor disponibilidad del Instituto Nacional de Seguros (INS) para negociar. Sin embargo, en el INS se quejaron de la informalidad para solicitar pólizas por parte de los promotores de montas. Willie Cubillo, montador. Tengo una trayectoria de 10 años como montador. A lo largo de todo este tiempo he comprobado que nos falta apoyo”. Jean Carlo Ruiz, montador. Monto desde hace seis años. Nos quitaron las pólizas, y esto es duro para uno, pero más para las familias”. Andrei Cisneros, montador. A uno no le ayudan y yo me pregunto: ¿Si los montadores no hacemos nuestro trabajo, verdad que no habría montas?”. Wílmar Duarte, montador. Ninguna comisión de fiestas, aunque parezca mentira, se hace responsable de lo que a uno le pueda pasar. Es triste”.