Casa del dictador ruso es ahora un hotel
Turistas pagan por estar cerca de Stalin
Pueden pasar una noche en su cuarto
Rusia/AFP.- Escondido tras pinos centenarios, el edificio austero y sombrío parece fantasmagórico: la residencia de veraneo del temido dictador Joseph Stalin es hoy en día un hotel, donde quien tenga dinero, puede alojarse en su dormitorio y comer en su mesa.
En otros tiempos, el visitante se hubiera sentido aterrorizado de acercarse a la residencia del llamado Zar Rojo, en el balneario de Sochi, en el Mar Negro. Pero el capitalismo ha triunfado y, por un precio, todos son bienvenidos.
La enorme dacha (casa de campo rusa), donde el reloj parece haberse detenido en 1937, el año de su construcción, es un hotel donde los visitantes pueden alojarse por hasta 300 euros la noche.
Se puede almorzar en un imponente comedor adornado con el retrato del dictador, nadar en su piscina y dormir en su cuarto.
Su sitio de escape
Joseph Stalin acudía a este lugar casi cada verano. Desde la casona con ventiladas terrazas, el tirano de bigotes, supervisaba la marcha triunfal del socialismo soviético, así como las represiones y purgas masivas. El lugar fue convertido en hotel tras caer la Unión Soviética en 1991.
El temido amo de la dacha también era paranoico sobre su seguridad, y por eso está pintada de verde camuflado, y no se puede identificar ni desde el mar ni desde el aire.
Incluso, observándola desde la cima de las cercanas montañas Akhun, con su impresionante vista de las cumbres nevadas, la residencia permanece invisible.
Todo, desde la altura de los escalones hasta la profundidad de la piscina, fue adaptado a la relativamente corta estatura de Stalin, de 1,67 metros, a quien le gustaba sentarse en un sofá de amplio respaldo y ver películas por horas.
Para muchos rusos, Stalin es el cerebro de la victoria contra la Alemania nazi, fuente de gran orgullo nacional, y soberano de un imperio que se extendía desde el este de Berlín hasta Vladivostok.
Casi la mitad de los rusos (47 por ciento) ve a Stalin de manera positiva y menos del 30 por ciento piensa mal de él. Para los visitantes del hotel, la curiosidad y el interés histórico están por encima de todo, sin mencionar el impresionante encanto físico del lugar.
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