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 Nacionales Domingo 01 de julio, 2007, San José, Costa Rica.
 

Seguir a Jesús hacia el camino de la vida eterna

La misión de la Iglesia

Mario Montes Moraga

Presbítero

En el camino de Jesús, son muchos los que quieren y son invitados a acompañarlo en su camino (Lucas 9,51-62). Sin embargo, las condiciones son muy claras: hay que estar dispuesto a ser un andariego sin hogar, a no apegarse a la propia familia y a dejar todas las seguridades, entregándose de lleno a la misión de anunciar el Reino de Dios, sin mirar atrás y sin echarse para atrás.

Por lo tanto, el seguimiento exige total disponibilidad y lo difícil, para quien quiere ser discípulo, no es escoger entre el bien o el mal, sino entre lo bueno y lo mejor.

De allí la famosa frase de Jesús que encontramos hoy en el Evangelio: “¡deja que los muertos entierren a sus muertos!” (Lucas 9,60).

Jesús, pues, no está en contra de que se cumpla este sagrado deber de enterrar a los muertos (y máxime si es alguien de la familia como el padre o la madre), pero sí está en contra de que se anteponga esto a la urgencia del Reino de Dios.

Es decir, el seguimiento de Jesús es prioritario. No hay que optar por otras prioridades y después, “si queda tiempo y ganas”, dedicarse a seguirlo. Los “muertos” en este caso, no son los difuntos en sentido material, sino las personas que no siguen a Jesús.

Son los que han decidido “morir” para el Reino, esto, los que no se han comprometido. Estas personas puede que se entretengan enterrando a sus muertos. Pero, ciertamente, no podrían llegar a preocuparse del anuncio del Reino de Jesucristo nuestro Señor.

Los lazos familiares son algo muy bueno y noble. Pero para Jesús es más importante la familia que Él forma: los que se comprometen con su Palabra (ver Lucas 8,21).

Pues sabemos que existen familias que impiden o se oponen a que sus hijos se entreguen al Reino de Dios, sea en la vocación sacerdotal o religiosa, por poner un ejemplo.

Para seguir a Jesús tenemos que poner en segundo lugar los lazos familiares, como Él lo hizo incluso con sus padres, cuando niño: ¿No sabían ustedes que yo debo estar en las cosas de mi Padre? (ver Lucas 2,49). Él es muy exigente.

Con los dichos de hoy, en Lucas 9,57-62, presentados por Jesús un tanto exagerados, somos invitados a seguir al Señor y a interesarnos en su Reino ¿Estaremos dispuestos a seguirlo, “dejando de enterrar a nuestros muertos?”. Cada quien tendrá su propia respuesta.

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Jesús decía que todo aquel que quisiera seguirle, debía dejar de lado sus bienes, para así alcanzar la vida eterna.

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