Ausencia de deseo sexual
Algunos puedan prescindir de su sexualidad sin sufrir por ello
A pesar de que la ausencia de deseo no es propiamente una disfunción sexual, la mencionaremos brevemente ya que es un hecho muy común en la sociedad contemporánea.
El deseo sexual se alimenta y se mantiene en la continua renovación del placer.
La actividad sexual cuando es satisfactoria para las necesidades afectivas, contiene en sí misma su propia recompensa: el placer. Por el contrario, la ausencia repetida de placer produce una extinción gradual de la respuesta sexual y del deseo.
La causa
La ausencia del deseo sexual puede tener su origen en los factores psicosociales, especialmente en la relaciones de pareja.
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Las mujeres que obtienen poco placer en sus relaciones, tienden a ocultárselo a su pareja y no se deciden a buscar una solución: suelen argumentar múltiples razones para huir del sexo e, inevitablemente, cada vez les interesa menos.
El hombre que tiene dificultades de erección, por ejemplo, con cada “fracaso” verá disminuir el deseo erótico o se limitará a otras prácticas sexuales como la masturbación.
Sin embargo, en este caso como en otros, la ausencia del deseo solo puede considerarse como un problema para las personas a las que les causa un malestar, una insatisfacción no influye negativamente en sus relaciones de pareja. En algunas ocasiones, puede ocurrir que se sublimen las dificultades hasta tal punto que estas personas puedan prescindir de su sexualidad sin sufrir por ello.
Este tema lo estamos tratando hoy porque son muchas las personas que acuden a consulta llevados por la ausencia de deseo sexual, y es muy común a cualquier edad y si es varón o mujer, aunque recientemente es más habitual en los varones en diferentes edades.
Le ocurre más a menudo a personas con edades entre los 30 y los 40 años. Es gente que además tiene otras características: trabajo con altos niveles de estrés, inadecuada alimentación, falta de ejercicio y poca actividad familiar de tipo distractorio.
De allí la importancia de hablar hoy de estos casos, son muy reiterados y la calidad de vida no es buena, además de todos los demás problemas que atraviesa.
Es importante hacer una distinción en tres diferentes dificultades, ya que aunque metodológicamente lo tratemos como una disfunción, no lo es, es solo una dificultad sexual. Existen tres condiciones: la primera es la ausencia de deseo, en estas personas puede existir la capacidad de responder a una manipulación sexual, lo que falla son las ganas de realizar el acto sexual.
La segunda, es la inhibición sexual. En este caso se trata de la represión de un impulso que existe: el potencial sexual esta frenado por un bloqueo.
En la ausencia del deseo no existe nada que se pueda expresar o reprimir: existe un vacío, una indiferencia total hacia la sexualidad.
Sin embargo, esta característica es consecuencia del haber estado reprimiendo o haber estado bloqueando el deseo. De allí lo peligroso de continuar con esa actitud.
Las causas de la ausencia del deseo, como las de otras alteraciones sexuales, hay que buscarlas casi siempre, en los factores psicosociales, especialmente en la relaciones de pareja, así como en alteraciones biológicas y las relacionadas con factores médicos.
Cualquiera que sea su causa, la inhibición la vive el individuo y solo puede ser solucionada sobre un trabajo personal sobre sí mismo.
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