Así es la vida
¿Quién podrá defendernos? Mauricio Astorga
actor
Cuando los ticos salimos de nuestro terruño, uno de los primeros choques culturales a los que nos enfrentamos se da en el tema de las direcciones de los lugares.
En la mayoría del mundo civilizado dan una dirección tan concreta como “Madero 54, Colonia San Juan de Letrán”. Punto.
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En el extranjero uno se pregunta ¿con esa dirección tan simple se podrá llegar?
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Uno se pregunta: ¿Con esa dirección llego? ¿No tengo que decir: “De la cantina ‘Aquí me quedo’, 50 norte”?... No. Resulta que esa es la manera más efectiva de llegar, sin perderse, a un lugar.
¡Qué diferencia con nuestras direcciones! Imagínense ustedes el sufrimiento de un alemán cuando llega a Tiquicia y lo mandan “del antiguo ITÁN, 300 este, 200 sur y 25 oeste. Casa color papaya”... ¿Y si al dueño de la casa se le ocurrió cambiar la pintura por un color blanco hueso?
Las direcciones en Tiquicia son una verdadera tortura para carteros, turistas y repartidores de comida express.
O cuando hay que ir “400 varas al oeste del Abastecedor El Garrotazo”, pero se encuentra uno con una de esas famosas cuadras largas. ¿A cuánto equivale una cuadra larga? ¿Vale igual o el doble que una cuadra corta?
O cuando te dicen: “frente a un palo de mango” o “donde hay un perro negro”... ¿ Y si cortan el árbol por orden del ICE o se muere el perro por haberse comido una de esas pastas de dientes que tienen a todo el mundo corriendo?
Así que... ¿no creen que valdría la pena que los Ticus Sapiens nos pusiéramos las pilas e hiciéramos ese necesario cambio en nuestro sistema de direcciones?
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