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¡Spanglish! Melissa Mora anda en un puro amor con el estadounidense Scott Kincer, del “call center” Datascension Isaac Loboilobo@aldia.co.cr A Melissa Mora no le importan los carros de lujo, ni los regalos caros, ni que sea del “call center” Datascension, ella está muy feliz con la forma de ser del norteamericano Scott Kincer. La sexy modelo asegura que le atrajo de él “su profundo amor a Jesucristo y su forma de ser tan espiritual”, no le importó que fuera millonario. A Scott, por su parte, tampoco le importa que ella tenga 19 años y el 41; ni lo deslumbran sus curvas peligrosas cubiertas de una piel suave y bronceada: lo que más le atrajo fueron las largas y amenas conversaciones que ellos sostienen a la luz de una vela y con una copa de vino. “Estamos saliendo desde hace dos semanas. Nos conocimos en el bar Frankie Go, en Escazú. Se lo juro, ¡fue amor a primera vista!”, confesó Kincer, quien parece muy emocionado con esta nueva relación. Según Melissa, ellos apenas se están conociendo, disfrutando de la vida, pues comparten gustos parecidos. “Me mima, es una caballero y me respeta”, cuenta. En estas dos semanas se llevaron tan pero tan bien, que harán un viaje juntos. “Estamos planeando viajar a Europa a mediados de junio, pues ella quiere conocer Roma, Paris y Madrid”, aseguró Kincer, quien alquila el octavo piso del mall San Pedro para la compañía. Allí tiene un área VIP con un spa, piscina (en cuyo fondo se puede leer Datascension), un amplio jacuzzi, salones con pantallas gigantes, una terraza de la cual se puede ver todo San José y cuartos lujosamente amueblados. Dicen que la cosa va tan en serio que Scott ya habla de matrimonio. Y eso que llevan poquito tiempo juntos. “La verdad, sí hemos hablado de matrimonio, de hecho andamos buscando una casa para vivir juntos”, afirma él. Fuentes cercanas aseguran que Melissa vive en el octavo piso del mall, pero ella lo desmiente (ver mini entrevista) “Yo vivo con mis papás todavía”, explica. La modelo de los ojos pícaros sí acepta que ellos se la pasan de lo lindo. “Scott pasa por mi a las 7 p.m. en su carro. Él nunca maneja, tiene su propio chofer. Me lleva a cenar, por ejemplo a un restaurante muy lindo que queda en Heredia, ahí nos tomamos una copa de vino y comemos mariscos”. Luego de pasarla bien, la pareja decide ir a bailar, generalmente a un disco en Escazú o en Santa Ana. Siempre van al área VIP, donde Scott no duda en gastar lo que sea para que su amada la pase de lo mejor. A la pareja siempre la protegen guardaespaldas. Ellos viven las mieles del romance y al rato, dentro de poco las del matrimonio.
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