Pido la palabra

Los Catania

Había visto la compañía española de Alejandro Ulloa, con “La vida es sueño” y “El mejor alcalde: el Rey”. Con los “arlequines” había disfrutado de varias obras, de reducidos elencos, muy bien montadas.

En México, vi al eximio López Tarso en “Un hombre contra el tiempo” y a la talentosa rubia Jacqueline Andere haciendo de negrito en “Moby Dick”.

Pero no había visto teatro de “la calle”, lleno de movimiento y acrobacias, en el que había que imaginar escenografía, mobiliario y desatar los sueños, hasta que aparecieron por aquí los Catania, hace 40 años.

Recuerdo cómo nos deslumbramos con sus “Historias para ser contadas”, en la que Carlos, Alfredo y Gladys se hacían acompañar por Kitico Moreno, Óscar Castillo y José Trejos.

Así, nos pusieron al tanto de lo que se andaba mostrando, continentalmente, en cuestión de teatro. No imaginaba que con el correr de los años iba a relacionarme con ellos; con Carlos, en su condición de crítico y miembro del Consejo Nacional de Cine; con Alfredo, cuando fue director de la Compañía Nacional de Teatro y director de Cultura; y con Gladys, como directora del Taller Nacional de Teatro y compañera de mil batallas en pro de recursos para la Cultura.

¡Pero eso es circunstancial! Lo principal es que he seguido deleitándome con su portentosa presencia y actuación en las tablas, y renovando, cada esporádica vez que nos vemos, esa hermosa amistad que fue surgiendo con la labor conjunta que una vez nos unió.