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Pido la palabra Museo del Ridículo Roxana Zúñiga Quesada, periodistaropazu@racsa.co.cr En el Museo del Ridículo, todo es gratis y se entra fácilmente. La Caja Costarricense del Seguro Social acaba de ganarse una sala de exhibición con comodidades como polígrafo, télex, radio y televisión de tubos, teléfono de disco y proyector de diapositivas. Cuando Cristóbal Colón llegó a Costa Rica en 1502, seguramente, ya traía las máquinas de escribir que hoy usan en clínicas y hospitales. Y ahí siguen dándole a la confección de carnés, facturas e incapacidades. Esa es la gastroscopia ideal para diagnosticar una parte de la salud institucional. Es la paradoja burocrática para extirpar: mientras los doctores efectúan trasplantes de corazón y diversos órganos, otros empleados trabajan con dinosaurios de teclas. En esta revolución informática que ya permite hasta vivir en el otro mundo (un sitio en la red donde se selecciona su existencia virtual) nos sale la Caja con ese sonrojo tecnológico. ¿Qué cara tendrán los jefes y encargados que durante años han visto esta situación y poco han hecho para remediarla? ¿No les dará calorcillo en las mejillas? Tras la denuncia, quizá nada pase. Y cuando las trompetas del Juicio Final anuncien que llegó la hora, en el Seguro estarán escribiendo a máquina la confesión a Dios. En el Museo del Ridículo hacemos historia. |
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