Saprissa clasificó a la final de clausura en penales

“¡No se repartan nada!”

El “Monstruo” sacó su colmillo y logró remontar una ventaja de 2 a 0 ante Herediano

“No se repartan nada mientras Saprissa esté vivo”, decía el expresidente morado Jorge Guillén. Vaya frase, que una vez más quedó inmortalizada anoche en una semifinal de infarto.

Fue un cierre de dientes apretados, nervios al borde del colapso y más de uno se comió todas las uñas, hasta el último penal lanzado por el “Mariachi” Solís.

La gran noche se pintó de morado, con un equipo que propuso el partido de principio a fin, pero que por esas del fútbol sufrió como pocas veces lo había hecho.

El Herediano se plantó bien y supo durante la mayor parte del partido administrar su ventaja del miércoles anterior (2-0) .

Sin embargo, dos descuidos y el “Monstruo” revivió cuando parecía que ya estaba muerto, en pleno tiempo de descuento.

Para entonces ya muchos morados regresaban a sus casas con el dolor de la eliminación y los heredianos preparaban su fiesta, sin pensar en lo que se venía.

Jairo Arrieta y Allan Alemán hicieron recordar la frase de don Jorge Guillén y más tarde en los penales, José Francisco Porras, se volvió a vestir de héroe al sacar a relucir sus mejores virtudes para negarle el gol a Cristian Badilla. También falló Jozef Miso, quien ya había perdido la oportunidad de liquidar la serie en los 90 minutos, con un mano a mano que se dejó Porras, en remate muy suave, y que hubiese significado el 3-0 en la serie.

A la hora de los penales, el eslovaco, un francotirador, quiso colocar tanto la pelota ´lejos de Porras que la pegó en el palo.

Estaba pagado el pecado de un Herediano que quizo vivir de las rentas y no le alcanzó.

Pero más allá de eso hay que resaltar y reconocer la perseverancia saprissista para imponerse a un cerrojo defensivo que estuvo a dos minutos de negarle la opción de luchar por otro título.

Una y otra vez lo intentaron los morados. Por arriba, por abajo, por los costados, con muchísimos centros al área.

Pero las grandes intervenciones de Ricardo González y hasta el horizontal le negaban la opción de recortar las distancias.

Siempre pegaron con cerca, chocaron de frente contra unos florenses, que estuvieron muy cerca de cumplirle a su técnico.

Al final, como si así lo mandara el destino, volvió a cumplirse la frase: “No se repartan nada mientras Saprissa esté vivo”