¿Por qué a ella no le gusta?
Las mujeres pueden tener varias disfunciones y no conocerlas
En la columna de la semana pasada nos referimos a la sexualidad femenina, particularmente al orgasmo y al uso de la palabra “eyaculación”. Ahora es tiempo de hablar sobre las disfunciones.
Es interesante observar cómo la gente se refiere a que cuando la nujer no tiene deseo sexual es “frígida” ¡tremenda confusión!
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En realidad, a nivel fisiológico, en la frigidez existe un bloqueo del componente vasocongestivo de la respuesta sexual en la vagina, es decir: ella no se dilata y no lubrica. En lo psicológico, la mujer no siente los impulsos eróticos. En resumen, la mujer no siente ningún placer en la vagina e incluso puede llegar a sentir aversión al coito. Esto significa que la sola idea de tener sexo le resulta desagradable, porque la asocia con esas experiencias muy incómodas.
Entonces la palabra “frígida” no define el desinterés sexual de la mujer por la sexualidad, es la dificultad física real para sentir placer en la vagina.
Otra disfunción sexual en la mujer es la anorgasmia. Esta es la más frecuente de las disfunciones sexuales femeninas y se llama así porque la mujer no puede llegar al orgasmo por la estimulación del clítoris.
Ella se puede excitar, lubricar, sentir la “hinchazón genital” y todo tipo de impulsos eróticos normales, pero tiene un bloqueo para sentir el orgasmo.
Fueron los autores Masters y Johnson en sus investigaciones quienes encontraron que el placer clitorideo es un factor imprescindible en la producción de todos los orgasmos femeninos y demostraron la falsedad de que existen dos tipos de orgasmos, el clitorideo y el vaginal.
El orgasmo clitorial, así como el placer vaginal, varía de mujer a mujer y también según las circunstancias.
La siguiente disfunción sexual en la mujer es el vaginismo. Esta consiste en una contracción involuntaria y espasmódica de los músculos pélvicos durante la relación sexual.
Es decir, se cierra la entrada a la vagina al intentar introducir el pene, lo que dificulta el coito o penetración, lo hace doloroso, y aun más si la pareja intenta penetrar a toda costa.
Es la menos frecuente, pero existe y requiere de tratamiento sexológico para poder resolverlo, porque además hay factores psicológicos asociados.
En realidad lo que ocurre es miedo a la penetración por el posible dolor y lo que hay que enseñar –por el método de desensibilización sistemática– es a combatir la fobia al dolor.
La buena noticia en este caso es que se trata de un mal totalmente recuperable y se resuelve para siempre.
La última disfunción que mencionaremos es la dispareunia, se llama así cuando la mujer siente dolor en los genitales durante o después del coito.
Este trastorno se puede producir a cualquier edad y las causas requieren un tratamiento psicológico y descartar aspectos ginecológicos, como un posible tabique (un tejido plano y delgado que divida la cavidad).
Es otra de las disfunciones que requiere tratamiento sexual y afortunadamente se resuelve para siempre.
Llegado a este punto se espera que algunos lectores hayan decidido consultar con un especialista para buscar solución a sus dificultades sexuales, que generalmente es un sexólogo.
No podemos olvidar los factores psicológicos y socioculturales que participan en la sexualidad también son protagonistas, y más cuando se trata de la mujer.
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