Rodrigo Vargas es uno de los cientos de cafetaleros ticos, grandes y pequeños, que trabajan actualmente con la empresa estadounidense Starbucks.
Conforme aumentó la presencia de Starbucks en Costa Rica, la relación entre Vargas y la firma se estrechó, hasta reemplazar el 25 por ciento de sus cultivos con granos arábigos más refinados para satisfacer la demanda y los controles de calidad de la compañía.
En 1998, Vargas le vendió 540.000 kilos y para este 2008 pondrá a su disposición el 70 por ciento de los más de 3,2 millones de kilos que producirá en su finca. “Starbucks salvó la industria cafetera”, afirma.
Su compañía, Santa Eduviges, opera 32 fincas que abarcan más de 1.580 hectáreas en las laderas del volcán Poás y que, en la época de recolección de granos, en diciembre, emplea a más de 3.000 trabajadores, muchos de Panamá y Nicaragua.
Santa Eduviges usa sistemas de posicionamiento global para medir la altura -un factor que ayuda a establecer la calidad de los granos-, contrata a agrónomos y establece sociedades con otras empresas para disponer de los mejores fertilizantes.
Esta firma exige granos de calidad y prefiere comprar a fincas que cuidan el medio ambiente. “Starbucks hizo que Costa Rica volviese a sus viejas prácticas de producir café de alta calidad”, afirmó Ronald Peters, director ejecutivo del Instituto del Café de Costa Rica.
Incluso la empresa abrió un Centro de Apoyo a los Agricultores, desde el que dirige sus operaciones en Latinoamérica.
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