Miguel Salguero, periodista
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Hay dos leguas situadas en las faldas del cerro Caraigres: la de los Camachos y la de los Naranjos, ambas en Aserrí.
Nuestra primera excursión al Caraigres fue en 1960, con el Club de Montañeros, y nos dejó una extraña experiencia.
Resulta que los baquianos se extraviaron y en lugar de regresarnos a la Legua de los Camachos fuimos a salir a la de los Naranjos, todo debido, según nuestros amigos, a que un quetzal encantado revoloteó sobre nuestras cabezas, y, claro, por su poder mágico erramos el regreso.
La segunda experiencia fue cuando el Irazú se despertó y lanzó cenizas a diestro y siniestro y todo el mundo creía ver el nacimiento de nuevos volcanes.
Así las cosas, el agente principal de Policía de un lugar de Parrita envió un telegrama a “La Nación” para informar del nacimiento de un volcán en el Caraigres, y con Bernardo Blanco, de la contabilidad del periódico, fuimos a investigar en casa de Evangelista Espinoza. Recorrimos el cerro con el credo en la boca, porque se trata de unos farallones, pero no vimos nada anormal.
La última vez que estuvimos ahí, fue con los muchachos de canal 7, para el programa “Gentes y Paisajes”. En esta ocasión sí encontramos un cambio enorme: hay iglesia nueva – la viejita se quemó–, luz eléctrica, caminos en buenas condiciones, colegios y … el cuento sempiterno, todo muy diferente pues ya los muchachos, como en todo el país, no quieren coger café (salvo del pichel) sino estudiar informática. Bueno, bueno, lo dicho una vez más: nos ha tocado saltar primero de las ramas al caballo y luego del caballo a la Internet. Ni modo.
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