Neyssa Calvo Achoy
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Los mariscos son deliciosos y muchos dicen que también funcionan como afrodisiacos. Sin embargo, hay que ser exigentes y llevar a casa solo lo mejor.

Los expertos aconsejan ser cuidadosos a la hora de manipular estos productos marinos o de lo contrario se corre el riesgo de una intoxicación.

Priscilla Alvarado, tecnóloga de alimentos, señala que entre los moluscos se encuentran las almejas, las ostras y los mejillones, los cuales se pueden transportar tanto, vivos, congelados, en la concha o sin ella.

Agrega que estos deben comprarse en lugares reconocidos por su higiene y que cuenten con autorización sanitaria del Ministerio de Salud.

Es importante que los mariscos, al igual que el pescado, no tenga un olor fuerte o desagradable.

Alicia Ríos, presidenta de la Asociación Nacional de Chef, recomienda, de ser posible, comprar mariscos vivos, pues su descomposición es muy rápida. Lo que no significa que si se compra congelado no se pueda consumir.

De ahí la necesidad, recalca Ríos, de confiar en la forma en que manipulan los alimentos en el sitio donde los adquiera.

“Es vital que el marisco sea la última de las compras y meterlo en el congelador lo más pronto posible, en casa”. Lo ideal, dice Ríos, es hacerse amigo del vendedor para que le ofrezca lo mejor.

A la hora de cocinar, debe recordar descongelar el producto de la siguiente manera: bajar al refrigerador un día antes y después dejarlo a temperatura ambiente un rato antes de encender el fuego para prepararlo.

Recuerde que los alimentos deben lavarse y cocinarse muy bien para evitar contaminación, recalca el médico, Duncan Manley.

Con cuidado

Lave y desinfecte todos los utensilios con que se prepararán los alimentos, así como las áreas y superficies que use.

Retire todas las joyas y recoja el cabello para evitar que caiga en la comida.

Utilice distintas tablas de picar, para los diferentes grupos de alimentos.

Los productos que cocina deben ir a refrigeración a más tardar hora y media después de cocinados.

Lave sus manos antes, durante y después de manipular lo que se cocina.

Trate de no estornudar ni toser sobre lo que prepara y si tiene alguna herida utilice protección, como guantes.

Fuente: Laura Brancacci, nutricionista de Clínica Bíblica.