Mauricio Astorga, actor
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La rivalidad futbolística entre ticos y mexicanos es un tema eterno. Aunque creo que somos pueblos llenos de afinidades.
Los mexicanos admiran de nosotros la paz, la educación y la belleza natural de nuestro país.
¿Cuál tico no ha disfrutado de la música de un mariachi, unos buenos tacos o de las genialidades de “Chespirito”?
Pero, como lo dijo el legendario narrador mexicano Raúl Orvañanos: “La amistad con los ticos se acaba cuando el árbitro suena su silbato”.
Me tocó ver el duelo entre morados y tuzos desde tierra azteca ¡Qué congoja! Aunque no soy saprissista -ya se sabe que soy porteño por los cuatro costados- en esta final de Concacaf, Saprissa es casi como nuestra sele. Si el duelo es contra mexicanos, el sentimiento es mayor.
Yo era el único tico entre muchos mexicanos frente al tele, el pato de la fiesta y, por supuesto, el único tico que tenían a la mano para apostar.
Como no puedo apostar la cabellera, por razones obvias, apostamos la cena de esa noche. Mientras veía el partido me decía para mis adentros: “¡Qué embarcada, me fui de paganini!”. Cayó el gol tuzo y me preguntaban: “¿Estos son los mejores de Costa Rica?”. Yo les decía: “No, este es de los pequeños, el grande en Costa Rica se llama Puntarenas”. No me creyeron.
Cuando preparaba los pesos para pagar, el coraje de Víctor Cordero me salvó la tanda.
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