Ana Coralia Fernández
Periodista
paradigma@racsa.co.cr

Esta superheroína no tiene que dar tres vueltas para adquirir sus poderes.

Ella da muchas vueltas por la casa y por la vida para poner a los miembros de su propio salón de la justicia –su hogar– a tono con el ritmo de los tiempos.

Puede que de vez en cuando luzca en traje de baño como Linda Carter, pero no será imponente ni sexy. La veremos cuidando "güilillas" en la piscina o sentada en la arena atisbando que nada ni nadie toque a sus cachorros.

Ella tiene un sexto, sétimo y octavo sentido para saberlo todo; ¡Es imposible enganarla! ¡Ah! Pero si hacemos algo bueno, sin duda lo premiará con un beso en la frente y lo comentará en el foro internacional del vecindario orgullosa.

No tiene látigo para descubrir la verdad, pero con una ceja levantada censura lo que está mal hecho.

Sus miradas invisibles nos persiguen más allá de la muerte y su voz interior nos regaña o aconseja para siempre.

No tiene identidad secreta, trabaja veinte horas por día y aún dormida parece tener una parabólica que escucha al niño que tose, al hijo que no llega todavía, o ese ruido ajeno que podría ponerlos en peligro.

No tiene un vestido con estrellas y lentejuelas. Si acaso, unos taconcillos para dominguear

Si falta, es irremplazable y su vacío no será llenado.

Su nombre es el más universal de la Tierra y los archienemigos huyen despavoridos al escucharlo balbuceado, aún en los humanos recién nacidos: “mamá”.