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 Nacionales Domingo 03 de febrero, 2008, San José, Costa Rica.
   

Volcán Turrialba

Desde las entrañas del mundo

Costa Rica cuenta con 112 estructuras volcánicas en todo su territorio. Solo cinco de ellas están activas

Franklin Arroyo González

Estamos en el borde del cráter del volcán Turrialba y el principal reto es respirar. Con la mascarilla, el paso del oxígeno a los pulmones es escaso. Sin ella, el gas se le mete a uno hasta los últimos rincones del cuerpo.

Es el ambiente cotidiano de los vulcanólogos que investigan el Turrialba, al igual que lo hacen con otros cuatro macizos volcánicos del país que mantienen actividad: el Poás, Irazú, Arenal y Rincón de la Vieja.

La tierra caliente, las piedras que hierven y ese olor intermitente a a pólvora y a “diablos”, lo hace sentir a uno como en una caldera.

Allí, en un coloso natural, presenciamos las desgasificaciones de cerca, las olimos, las escuchamos... y sentimos miedo.

El terreno quebradizo, el gas fuerte, cargado de vapor de agua, pero que también contiene monóxido de carbono, dióxido de carbono, cloro, fluor, azufre, ácido sulfhídrico y que nos hace sentir un cosquilleo caliente en la garganta invita a reflexionar en qué nos metimos.

Olla mágica

Las rodillas flaquean ante la escalada por terrenos llenos de piedra meteorizada o de algo parecido a la arcilla, que torna blando e inseguro el camino.

Erick Hernández, un vulcanólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORI - UNA), se metió en la fractura principal, dentro del cráter. Allí midió la salida de gases, la profundidad de la grieta, tomó muestras... Lo observábamos a escasos 200 metros, con los ojos húmedos, tosiendo y con ese miedo que se siente en los huesos y en la piel. “¡Que no tiemble, que no retumbe nada!”, era nuestra petición al Creador de tanta belleza.

Expertos

Eliécer Duarte, otro vulcanólogo, pide la presencia de expertos en salud para determinar el estado general de las vacas lecheras y de la vegetación.

“En el Poás, por ejemplo, los períodos de desgasificaciones coinciden con un aumento en las estadísticas de enfermedades respiratorias. Si un paciente iba una vez al año por una gripe, en esos lapsos va hasta tres veces en un mes”.

En las faldas del Turrialba, la vegetación, antes verde, luce árida y seca en muchos sectores, consecuencia de los gases.

“Aquí no hay mamíferos. Antes se veían coyotes, liebres, zorros, martillas. ¿Qué pasó con ellos? Murieron o migraron”, expresa Duarte.

De camino se observa poco ganado, algunos sembradíos de papa y fábricas locales de queso, pero son muchos menos que hace unos años.

“El volcán mata insectos y vegetación, por lo tanto, no vienen los pajaritos o mamíferos pequeños y se corta la cadena alimenticia. Al final de esa cadena, está el hombre. Es solo una opinión, pero los expertos en salud deberían investigar”, dice Duarte.

Mientras eso sucede, el Turrialba seguirá haciendo bulla. La misma que le empezaron a hacer en los noventas cuando el hombre metió maquinaria y abrió caminos, mientras él estaba dormido. “Para los que creen esas cosas, es una historia romántica”, dice Duarte.

Un coloso que despierta

Foto Flotante: 1882231

El vulcanólogo Erick Hernández bajó al cráter del volcán Turrialba para hacer mediciones y tomar muestras del coloso. Está en fase fumarólica.

Foto Flotante: 1882235

Eliécer Duarte tomó muestras de la vegetación quemada en las faldas del volcán. Algunas áreas están secas y áridas.

Foto Flotante: 1882240

En algunos sectores la tierra se ha tornado de un color amarillo. Los vulcanólogos lo llaman “piedra meteorizada”, la cual contiene azufre.

Foto Flotante: 1882236

Vista del cráter principal, desde otro ángulo. Allí están los vulcanólogos investigando, aunque en esta imagen no se aprecian. El ambiente es caluroso.

Foto Flotante: 1882239

El Irazú se ve al fondo de azul. La vegetación verde contrasta con la café de las zonas que ya están quemadas por el efecto de los gases. Los mamíferos han migrado.

Foto Flotante: 1882237

El cráter central también se mantiene activo, pero en menor medida. Desde el cráter principal hay una perspectiva desértica hacia el este.

Foto: 1882234
A la izquierda, el vulcanólogo Erick Hernández se alista para bajar al cráter del Volcán Turrialba. Los gases son fuertes en el borde.
Fotos: Herbert Arley y OVSICORI-UNA /Al Día

Foto: 1883978
El Volcán Poás tiene uno de los cráteres más grandes del mundo. Ocasionalmente expulsa gases y sedimentos.

Foto: 1883924
El Volcán Arenal es el mejor ejemplo de un cono volcánico en Costa Rica. Se ubica en la zona norte en San Carlos. Está en fase magmática explosiva.

Foto: 1883925
El Volcán Irazú, en línea recta, está a solo diez kilómetros del Volcán Turrialba. Su última erupción fue en 1965. Mantiene actividad gaseosa.

Foto: 1883575
El Rincón de la Vieja es como un mellizo del Poás, tiene fumarolas y puede arrojar gases y sedimentos. Se ubica al norte de Liberia.

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