Varios costarricenses asombran con su inteligencia

Mentes fuera de este mundo

Historias de una niña de 2 años que habla 3 idiomas, un economista sordo y un ajedrecista convertido en Gran Maestro a los 15

Christine Jones sabe hablar en inglés, francés, español y está aprendiendo mandarín. Ella reconoce y nombra las letras del abecedario, 20 banderas del mundo, 10 dinosaurios y 10 pinturas famosas de Vincent Van Gogh.

¿Le suena normal? No creerá lo mismo cuando le cuente que Christine apenas tiene dos años y dos meses. No diga nada... yo también me fui de espaldas.

Detrás de las proezas de Christine, hay unos padres que son muy inteligentes y dedican mucho tiempo a su hija.

Priscilla Mora es máster en educación temprana y en estimulación. “Le enseño cosas a Christine prácticamente desde el primer día de nacida”, dijo.

Jeffry Jones, padre de Christine, es máster en computación con énfasis en sistemas de información y licenciado en administración de negocios. Además posee una extraordinaria habilidad para leer (Ver nota aparte).

Por eso no extraña que la niña se sumerja en el agua desde los tres meses y use el inodoro desde los diez. La pequeña reconoce obras de música clásica, 20 razas de perros, líderes mundiales, como Nelson Mandela, practica ballet y gimnasia.

Genial humildad

Otro de los casos que deslumbró al país entero es el de Álvaro Ramos, un joven sordo que sacó la nota perfecta en el examen de admisión de la UCR en el 2001 y en el 2005 lo hizo en las pruebas para estudiar en Estados Unidos.

Pese a los múltiples logros, Álvaro se sonroja cuando le llaman “genio” y dice ser más metódico que inteligente. Su humildad lo acompaña siempre.

Ramos, de 24 años, está cerca de concluir su doctorado en Economía en la Universidad de Berkeley, California y allí es profesor asistente de macroeconomía. Su historia es digna de ser contada una y otra vez.

Álvaro nació el 6 de diciembre de 1983. A los seis meses, sus padres Álvaro Ramos y Berta Chaves, notaron que el niño no reaccionaba a los estímulos verbales y no seguía la voz de los familiares.

Pruebas médicas posteriores determinaron que era sordo y ese momento, lejos de derrumbar a la familia, marcó el inicio del camino hacia el éxito.

“Recibió estimulación temprana en la escuela Fernando Centeno Güell. Con mucho esfuerzo aprendió a hablar”, comentó su padre, Álvaro Ramos.

El resto fue como tratar de detener un tren. A los dos años y medio sabía leer. Aprendió inglés y terminó el colegio al mismo tiempo que la carrera de Informática en la UNED.

Ingresó a la Universidad de Costa Rica (UCR), donde se graduó con honores de Economía.

Cuando concluya su doctorado en Berkely volverá al país para ser docente en la reconocida Escuela de Negocios del INCAE.

“A los que tienen una discapacidad les digo que trabajen duro para alcanzar sus sueños y que no pierdan la esperanza”.

Un campeón de 15 años

Alejandro Ramírez Álvarez aprendió a jugar ajedrez a los cuatro años de edad. A los siete inició su carrera profesional y a los diez ya figuraba en los primeros lugares del ránking mundial de su categoría.

Ramírez nació el 21 de mayo de 1988. Con un año reconocía letras, colores, números y armaba rompecabezas. Aprendió a leer y a escribir a los tres años.

Las escuelas no le ofrecían muchas cosas nuevas que aprender y, tras cursar solo seis meses en secundaria, decidió salirse del sistema educativo regular y hacer carrera en el ajedrez.

Alejandro derrotaba a rivales de mayor edad que él en torneos locales e internacionales. A los 13 años se convirtió en el Maestro Internacional más joven de toda América.

La hazaña se extendió y en un torneo en República Dominicana, en el 2003, obtuvo los puntos necesarios para el título de Gran Maestro Internacional.

Actualmente, Ramírez tiene 19 años y estudia diseño y programación de videojuegos en la Universidad de Texas, en Dallas.

“Sigue jugando ajedrez con el equipo de la ‘U’ y le va muy bien. Espera retomar su carrera profesional”, comentó su madre Marjorie Álvarez.

Récord de lectura veloz Jeffry Jones trabaja en la U Latina. Alexánder Otárola En 1995, Jeffry Jones vio un documento de 23 mil palabras en un minuto. Cuando le hicieron un cuestionario de comprensión sobre el texto, respondió correctamente todas las preguntas. Este logro le valió el récord nacional de lectura, técnica que aprendió en el Instituto de Lectura Mejor. Jones comentó que fija su atención en los títulos, subtítulos, fechas, nombres o elementos resaltados de los textos para lograr la comprensión. “Claro, para un examen esa técnica no es muy recomendable”, bromeó. Este devorador de libros, explicó que con la lectura tradicional la persona repite en la mente lo que va leyendo y ese proceso es lento. Con la otra técnica se lee tan rápido como se ve y no a la velocidad de la pronunciación. Haciendo una lectura pausada e integral de los textos, Jones puede leer mil palabras por minuto. Don Jeffry es director corporativo de la Universidad Latina de Costa Rica. Se graduó con honores en la Universidad de Costa Rica en bachillerato y licenciatura en administración de negocios. Jones es padre de Christine, una niña de dos años y dos meses que sorprende a todo el mundo con su capacidad de hablar en español, inglés y francés.

¿Cómo se vive con un genio? Jorge Ramírez y Marjorie Álvarez, padres de Alejandro Ramírez, Gran Maestro Internacional de ajedrez. Valeria Bermúdez “Le dimos las pautas y como padres le enseñamos a diferenciar lo que es malo. Él tiene libertad para decidir”, expresó Marjorie Álvarez, madre del ajedrecista Alejandro Ramírez. El gran talento de Alejandro hizo que sus padres lo apoyaran para que se educara en casa y confiaron en él para que viajara a estudiar en una universidad de Estados Unidos. “Es un muchacho como todos. Le gusta salir y se dejó el pelo largo”, añadió doña Marjorie. Un caso similar es el de la familia de Álvaro Ramos Chaves, quien a sus 24 años, está por culminar un doctorado en Economía en California. “Pese a su inteligencia, es un joven que le gusta hacer amigos y no olvida a su familia. El dinero no lo mueve sino la pasión por enseñar a los demás, por ser educador”, expresó su padre, Álvaro Ramos Rechnitz. Franklin Chang cumplió sus sueños. Archivo histórico El sueño de ir al espacio Si uno de sus hijos le dice que quiere ser astronauta, tómelo muy en serio, no vaya ser que luego le toque verlo abordo de un transbordador. María Eugenia Díaz, madre de Franklin Chang, asegura que el apoyo a los sueños de los hijos es muy importante. “Nunca le dijimos que ir al espacio era un cosa imposible, nunca le quitamos la idea”, comentó. Rónald Chang, hermano de Franklin, dirige el Laboratorio Ad Astra Rocket en Liberia. A su cargo tiene un grupo de jóvenes con mentes privilegiadas. “El secreto está en no regañarlos cuando se equivocan, enseñarles el error y darles las herramientas para que saquen todo su potencial”, manifestó. Como anécdota curiosa de la convivencia entre hermanos, Rónald afirma que cuando Franklin le pregunta si se puede hacer algo nuevo en el laboratorio, prefiere de inmediato decirle “sí”, antes que ser sometido a un interrogatorio que descarte un “no”.

El tico que separó a las siamesas Tiene dos hijos, uno quiere ser médico. Alejandro Arley Carlos Esquivel es el cirujano que separó del hígado a las siamesas Yurelia y Fiorella Rocha Arias. El talento de este tico es conocido en el exterior. Esquivel, de 58 años, es el jefe del departamento de Trasplante de Órganos Múltiples del Hospital Lucile Packard, en California, y profesor en la Universidad de Stanford. Como buen tico, le encanta el gallo pinto y asegura que es saprissista. Además le gusta la fotografía, leer libros y hacer recorridos en bicicleta de montaña cuando visita nuestro país.