Mauricio Astorga, actor
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México D.F. Bien se ha dicho que en nuestra querida Tiquicia, cualquier escándalo no dura más de tres días. Y así sucedió con el despido de Medford como entrenador de la “Sele”. Y, como dice el injusto refrán: “muerto el Rey, viva el Rey”.

Pero, dentro de todo este desaguisado, me llena de alegría la llegada de Rodrigo Kenton al banco de la tricolor.

Hace unos años, mientras realizaba la sección “Sin María” para Teletica, tuve como invitado –o más bien, el taxista “Morgan” tuvo como invitado- al señor Kenton, recién clasificado a los Olímpicos de Atenas. Al finalizar la entrevista, quienes íbamos en ese “taxi” tuvimos el placer de mantener una de las más sabrosas pláticas que he tenido sobre fútbol. Ese día conocí a un hombre apasionado por el balompié, conocedor a profundidad del deporte y con una vocación maravillosa para enseñar.

Es un hombre estudioso, honesto, ecuánime y que además, dicho en argot mejenguero, es un “fiebrazo”. Y para sacar esta tarea se necesita de eso, de fiebre por el fútbol, pasión absoluta.

Ojalá que me equivoque, pero la llegada del nuevo timonel no significa que ahora sí vamos a jugar como España; aunque sí confiamos en una mejoría. Porque los males -y los malos- de nuestro fútbol siguen ahí, intactos. Es mejor decirlo y aceptarlo, porque en diciembre no faltará quién pida la cabeza de Kenton. Renovemos la fe en la selección y ¡suerte don Rodrigo!