Domingo 6 de julio de 2008, San José, Costa Rica
Nacionales | Más de seis años en cautiverio en las selvas de Colombia
“Cada minuto de vida ahí es un horror”
Ingrid Betancourt revela sus sentimientos tras ser liberada del secuestro de las FARC / Espero que lo que viví me permita ser mejor ser humano
  • AlDia.cr
    Ingrid viajó el jueves a Francia, acompañada de sus hijos, Lorenzo y Melanie, así como de su sobrino Stanislas (centro). El alcalde Bertrand Delanoe le entregó el título de ciudadana de honor de París.
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    El viernes habló ante cientos de personas congregadas frente a la alcaldía de París. Allí permanecía colgando un retrato suyo tomado en la selva, que ahora luce un letrero con la palabra “Libre”.
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    El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy esperó a Ingrid a su llegada al aeropuerto militar Villacoublay. Betancourt declaró que le debía su vida al mandatario galo.

Grupo de emisoras de Unión Radio
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Bogotá.- La recién liberada Ingrid Betancourt llegó al punto de aceptar que su cuerpo no aguantaría mucho más la inclemencia del secuestro en las selvas colombianas y que moriría durante el cautiverio al que la sometieron las FARC por más de seis años.

El siguiente es un extracto de una entrevista que Betancourt le otorgó el jueves anterior al periodista Darío Arismendi, de la emisora colombiana Caracol Radio.

Fin de una tragedia

Se propuso el 20 de julio para una marcha nacional en Colombia. ¿Usted estará aquí?

Me parece divina la fecha, tiene un simbolismo muy grande. No sé que voy a hacer con mi vida, se lo confieso, pero si ustedes dicen que hay que estar aquí en una marcha para liberar a los secuestrados, cuenten conmigo soy un soldado más.

¿Y cómo le fue con el presidente Álvaro Uribe?

Uribe fue muy audaz y lo admiro por eso, él se jugó su prestigio como gobernante, porque ese era un operativo de ganar o perder. Le agradezco que se lo haya jugado por nosotros. Y a los muchachos que estuvieron en ese operativo, extraordinarios, héroes increíbles, fue perfecto. Vivir ese rescate es un privilegio como colombiana.

Me imagino que usted ni se creía lo que estaba viviendo, ¿ha sido ese el momento más feliz de su vida?

El momento de mayor impacto, que estalló como una bomba, fue cuando el comandante de ese operativo, gritó: “somos el Ejército Nacional, ustedes están libres”. Pero el momento más feliz de mi vida y de total plenitud es éste, ahora que estoy cogida de la mano de mis hijos. Están tan divinos, tan grandes, tan adultos... estoy tan maravillada por estos niños que Dios me dio, estoy feliz.

¿Cómo logra alguien que fue sometida a tantos vejámenes mantener el equilibrio?

Dios pone la carga que uno puede soportar y la acrecienta o disminuye según la capacidad que uno tenga de crecer con ella. Esto fue una prueba que el Señor Jesucristo nos puso a todos los que vivimos y quienes siguen viviendo este drama. Él nos dio la posibilidad de crecer espiritualmente y de encontrar respuesta a muchas interrogantes de la vida y la muerte.

¿Su actitud frente a la vida y su permanente invocación de Dios y la Virgen, han sido conducta suya de siempre o se le fortaleció durante estos años de secuestro?

Se me fortaleció durante estos años de secuestro. Yo siempre he sido muy creyente, pero tenía poco conocimiento de los fundamentos de mi religión y nunca leí la Biblia. Descubrí a la Virgen leyendo la Biblia, me enamoré de ella y comencé a rezarle. Ella ha sido como un faro y una guía. Espero que lo que viví me permita ser mejor madre, amiga, hermana, hija y mejor ser humano para todos.

Aquí sentimos que usted se iba a morir ¿resistió por sus hijos y su mamá?

Resistí por ellos. Dije que no era un drama si me moría, porque mis niños estaban bien, pero ellos me llenaron de fuerza y energía para seguir. Eso no hubiera sido posible sin el llamado de mis hijos, esa especie de energía que uno siente. Esa energía se transmite. Mis niños hicieron el milagro, mis compañeros y todos ustedes que rezaron conmigo y que acompañaron a mi familia. Todo eso explica el que hoy esté yo acá.

¿Cuéntenos algún detalle en particular sobre “César” y “Gafas”, sus carceleros?

La primera vez que vi a César me pareció amable y simpático. Me acuerdo que fue la primera vez que vi a un comandante con un computador portátil y nos puso una película de DVD. Para nosotros fue como cuando llevan a los niños al cine; estábamos embobados viendo la película en la selva. Después nos dio miedo de que, mientras estuviéramos viendo esa película, nos hubieran filmado riéndonos, todos bobos, para utilizarlo como prueba de supervivencia. Nunca nos habían regalado nada y en diciembre pasado llegaron con platos de arroz con pollo y vino. La gente comenzó a tomar y yo me preguntaba, ¿esto por qué será? De pronto veo a Gafas escondido detrás de un árbol, filmándonos, para registrar la generosidad que tuvo con nosotros. Ese día no quise comer, me metí en mi hamaca y no quise hablarles, ni responderles, porque me sentía utilizada. Ellos hacían ese tipo de cosas.

Hugo Chávez le pidió a Marulanda que la cambiara de sitio, tras conocer las condiciones en las que usted estaba ¿La cambiaron de lugar?.

Sí, me cambiaron, y hace un par de semanas me devolvieron un diccionario que me habían quitado y que era mi entretenimiento, y pensé que esa era la influencia del presidente Chávez. Cuando no estábamos en marcha, para mi era una delicia meterme en ese diccionario. Cuando me lo dieron todos sabían que yo no podía cargarlo, pero dije: “así me tenga que desocupar de todas mis cosas, este diccionario me lo llevo” y logré cargarlo; lo veía como mi proeza, aunque hoy lo veo como muy poquita cosa.

¿Cómo reaccionaron “César” y “Gafas” cuando fueron dominados en el helicóptero?

Gafas me quedó al frente y lo dejaron en ropa interior, le vendaron los ojos y le amarraron las manos y los pies. Yo lo veía y me parecía que podía estar sintiendo mucha rabia, vergüenza, miedo. Creo que él va a estar mucho mejor aquí en la cárcel, que allá en la selva, aún como comandante.

¿Los odia?

El odio no puede caber, es un sentimiento que hace daño; una cadena en el cuello. Yo bendigo a mis enemigos, eso me lo pidió Dios, en esa bendición uno se fortalece y la carga se hace más liviana.

¿Tienen aparato militar suficiente las FARC para vengarse por su liberación?

Las FARC siempre fueron una incógnita, yo nunca logré descifrarlo. El secretariado de las FARC me parece que es muy autista, ellos no miran afuera y mantienen ese discurso que ni ellos mismos se creen y que tienen que repetir hasta la saciedad porque son parte de las consignas de esa organización. No sé cómo vayan a reaccionar, pero espero que Dios les toque ese corazón endurecido y les permita mirarse de otro modo, evaluar y rectificar.

¿Cómo se enteró de la muerte de Marulanda?

Cuando escuché, le comenté a quienes estaban alrededor mío; me dijeron que no, que habían matado a Marulanda como seis veces y que era parte de las mentiras de Ejército.Ellos no lo aceptaban hasta que salió el comunicado y les tocó hacerlo.

¿Pensó en suicidarse?

Yo no intenté suicidarme, pero sí pensé a diario en la posibilidad de hacerlo. Lo que me retuvo fue la voz de mi mamá y la de mis hijos por las mañanas. Fueron siete años vividos cada día como si fuera el primero de secuestro, con todo su horror y humillación. Uno nunca se acostumbra a eso. Las necesidades hay que hacerlas en un hueco, eso se llena de bichos, de moscas, los olores son espantosos. Cuando tuve la oportunidad de utilizar un baño, hace algunas horas, me dije “esto es un lujo de la civilización”.

¿Qué es lo peor del secuestro?

Todo del secuestro es lo peor, cada minuto de la vida es un horror, la separación de las personas que uno ama. Ver que los años pasan sin poder abrazar a las personas que para uno son importantes. Tener que vivir en condiciones que uno ni le permitiría a los animales. Yo pensaba en mi perrita; nunca traté a mi perra como me trataron a mi. Yo siempre pensaba que el diablo vivía en la selva colombiana. Todos tenemos que estar muy cerquita de Dios para que nos proteja y eso no nos toque. Yo vi niños menores que mis hijos, crueles, cínicos y malvados. Uno tiene que protegerse para no convertirse en esos animales que se comen los unos a los otros.

Hace poco Clara Rojas (exsecuestrada) dijo: “a mi amiga Ingrid la veo volviendo a la política” ¿Es cierto eso?

No sé, la verdad no he tomado ninguna decisión. Yo tenía la expectativa de vivir algunos años más de secuestro, de pronto me cae la libertad y vuelvo a recuperar mi vida hace pocas horas. Lo que vaya a hacer será una decisión de toda mi familia; de mis hijos y mi mamá, porque antes les impuse decisiones que los martirizaron y los hicieron sufrir mucho.

¿Y cómo ve la internacionalidad que usted ha provocado?

Eso es un capital para todos nosotros, unirnos más allá de las fronteras, reconocer el derecho a meternos en los problemas de los demás, no cerrarnos y pensar que nadie tiene derecho a ayudarnos... El dolor necesita la ayuda de los demás. Esto le da a Colombia otra visión de si misma, nos permite mirarnos a través de los ojos de otros ciudadanos del mundo.

Nos conmocionó la carta que le envió a su madre, parecía tirar la toalla ¿llegó un momento en que no podía más?

No era tirar la toalla, sino aceptar que podía morirme, es algo diferente. Cuando uno no tiene la toalla no la puede tirar. Yo hace mucho tiempo no era dueña de mi destino y lo único que podía hacer era seguir día tras día. En mi cuerpo se habían acumulado una serie de dolencias y yo sabía que el mayor Guevara había muerto en condiciones similares a las mías. La guerrilla no se preocupaba por el estado de salud; pedir medicamentos para nosotros era una tortura, no nos los traían, o había que negociarlos por cigarrillos. Con esa carta yo quería preparar a mi familia, decirles que eso (la muerte) era una liberación para mí, de ese cuerpo que ya no daba más, y para ellos de su sufrimiento. Fue un momento muy duro, fue sentir que se me acabaron las fuerzas, sentir que el cuerpo se me estaba marchitando.

¿En algún momento trataron de violentarla?

Tuve momentos difíciles y experiencias muy dolorosas. Pero cuando me di cuenta que estaba libre juré a Dios que esas cosas se quedaban en esa selva, yo no quiero traerlas aquí. Este es un momento de felicidad, lo que se vivió allá se enterró.

¿Cómo fue el momento en que los liberaron?

Estábamos esperando una comisión internacional y teníamos la ilusión de que alguno de nosotros iba a ser liberado. La radio informó eso y que un comisionado suizo era parte de ese grupo; entonces nosotros estábamos esperando una comisión extranjera. Llegaron los helicópteros, yo había hablado con un comandante y me dijo que nos iban a llevar a hablar con alguien, pensé que con Alfonso Cano (actual jefe de las FARC), y que de ahí ellos no sabían qué iba a pasar. Eso era confuso, vimos los helicópteros aterrizar y el equipo que salió de ahí eran personas de blanco con una actitud que no lograba identificar.

Gran confusión, otra farsa

De pronto ellos están hablando con los comandantes y se abrazan, les dan gaseosas, de tu a tu; mirábamos cámaras de televisión y dijimos: “esto es una farsa, otra vez van a hacer una prueba de supervivencia para demostrar que estamos todos vivos, que estamos todos bien, para largar esto más y vender al mundo la idea de que nos trasladaron a un sitio mejor”. Fue muy indignante; aún más cuando quien lideraba a este grupo dijo que nos tenían que esposar para subir al helicóptero. Algunos de mis compañeros reaccionaron de manera violenta y por eso se demoró el operativo. Entramos al helicóptero, todos con esa desilusión, esa humillación y el corazón destrozado. Ellos querían darnos de tomar y hablar con nosotros, pero nos negamos.

Cuando de pronto vemos que neutralizan al que había sido nuestro carcelero; a “Gafas”, y el comandante gritó: “somos del Ejército Nacional, ustedes están libres”.

Grito de libertad

Yo grité, pegué un alarido que me salió de las entrañas, fue como una bomba que me estalló por dentro y me abracé con mis compañeros y de tanto movimiento surgió la angustia que, de pronto, podía caerse el helicóptero. Eso fue una mezcla de felicidad, yo decía Dios mío, será que esta felicidad es para mi, será que esto es real (llora)… fue así como lo viví. Ahora me toca dejarlos porque estoy frente a la iglesia, voy a saludar a mi papá; me voy a recoger con mi familia sobre su tumba, gracias por haberme acompañado en este momento.

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