Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

No sé quien inventó aquello de “tortuga diésel”, si fue el ingenio popular, un diputado, el que da la citas en el Seguro o a un buda en vacaciones, pero en verdad no puede haber nada más lento que una de ellas.

Pasito a pasito, en plena autopista General Cañas, éramos todos “tortugas diésel”, de gasolina súper, regular o gas.... ¡igual daba! Todos tan lentos como los reptiles, levantando la cabeza hasta donde da el cuello, agachándola y metiéndola en el caparazón tras un vistazo a la interminable fila de automóviles que se pierde más allá de la vista.

A diez kilómetros por hora, en ocasiones detenidos, con un nuevo avance de unos cuantos metros, recorrer los 20 kilómetros entre Alajuela y San José pudo robarle a más de uno un par de horas. Nota: favor devolverse en la lectura y subrayar el verbo “robarle”.

Adelante, más allá de lo imaginado por muchos, iba el “tortuguismo” (que ayer más que nunca tenía el sobrenombre perfecto), el grupo de traileros a muy lenta velocidad, propiciando una presa de autopista repleta. Entiendo su angustia, el precio de los combustibles, que los aprieta a ellos y a todos.

Comparto su pedido, la eliminación al impuesto sobre el diésel, pero a esta tortuga no le cabe en la cabeza cómo presionan a costa del tiempo y el combustible de más que nos hacen gastar en semejante presa. ¿Nos lo van a pagar cuando les aprueben la exoneración?