Alejandro Arley Vargas
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El 25 de julio de 1978, el llanto de Louise Joy Brown en un hospital de Manchester, Inglaterra, marcó el inicio de una nueva era para la medicina.
La pequeña fue la primera “bebé probeta” del mundo. Su concepción se dio fuera del cuerpo de la madre, mediante una técnica llamada “fertilización in vitro”.
En palabras muy sencillas, el procedimiento permite a los médicos extraer óvulos de una mujer y unirlos con los espermatozoides en un laboratorio. Los embriones que se forman los colocan en el útero de la madre y así propician un embarazo.
17 años después del nacimiento de Louise Brown, Esteban Kopper Brenes se convirtió en el primer costarricense concebido in vitro. El niño nació el 14 de octubre de 1995 en San Carlos.
El gestor de este hecho histórico fue el médico Gerardo Escalante López, quien contó con el apoyo de su esposa, Delia Ribas. Ambos son especialistas en infertilidad.
Esteban abrió la senda. Luego llegaron Álvaro Soto, Delia Paola Víquez, Beatriz y Luis Daniel Vega, entre otros.
Antes de que la Sala IV prohibiera el uso de la fecundación in vitro, en el 2000, Mei Lin y Kaven Lee Romero fueron los últimos “niños probeta” del país.
Largo camino
En 1983, Escalante trabajaba en el hospital Max Peralta de Cartago. Ese año, publicó el primer trabajo sobre ocho embarazos logrados mediante una “ovulación guiada por ultrasonido”.
Tras recibir el Premio Nacional de Medicina, el médico se trazó la meta de lograr una fertilización in vitro.
“Duramos 11 años preparando el primer in vitro. En ese lapso mi esposa y yo estudiamos en Europa, conseguimos los equipos para instalar el laboratorio y definimos los protocolos del procedimiento”, explicó Escalante.
Al equipo se unieron la microbióloga Lilliam Escalante, prima hermana del doctor, y el anestesiólogo José Alonso Rodríguez.
Entre los mentores de Escalante estuvo el inglés Robert Edwards, experto en fisiología que logró la concepción de Louise Joy Brown junto con el ginecólogo Patrick Steptoe.
Actualmente, instituciones como el Centro Fecundar de San José utilizan la técnica en Panamá, donde está permitida. En el sitio www.centrofecundar.com detallan el procedimiento.
Hijos de la ciencia
El 9 de mayo de 1996, Delia Paola Víquez fue el primer “bebé probeta” mujer que nació en el país.
Hija de Herman Víquez y Xiomara Espinoza, Delia es la alegría de este hogar alajuelense desde hace 12 años.
Ella conoce muy bien cómo llegó al mundo. “Me sorprendí al saberlo”, afirmó .
Recientemente, la niña expuso sobre fecundación in vitro en la feria científica de la escuela República de Guatemala. “Así fue como mis compañeros se dieron cuenta de mi historia”, comentó.
A muchos kilómetro de la casa de Delia, en el centro de Turrialba, viven otros dos “hijos de la ciencia” tica.
Mei Lin y Kaven Lee Romero son dos pequeños juguetones. Él nació el 26 de enero de 1999 y ella el 2 de noviembre del 2000.
Marlene Romero, madre de los niños, acudió a la fecundación in vitro 10 años después de que concibió una hija de forma natural, en su primer matrimonio.
“Tenía las trompas obstruidas y por eso no podía tener más hijos. Creo que lo que hice fue lo mejor”, expresó Romero.
Su apoyo en el proceso fue su esposo, Felipe Lee, quien falleció hace un año y cuatro meses víctima del cáncer.
Polémica
En marzo del 2000, la Sala IV declaró inconstitucional un decreto ejecutivo de 1995 que permitía la práctica de la fecundación in vitro en Costa Rica.
La objeción principal de la Sala fue que la aplicación de la técnica implicaba “una elevada pérdida de embriones que no puede justificarse en el hecho de que el objetivo de esta es lograr un ser humano”.
Monseñor Ulloa, presidente de la Conferencia Episcopal, explicó que la Iglesia Católica no apoya el procedimiento porque “no es una concepción natural”.
“No hay sentido del amor. Al ser artificial, no se puede decir que es fruto del amor. Incluso el semen que fecunda el óvulo puede ser de una persona distinta a la pareja”, recalcó Ulloa.
Sonrisa cautivadora
La alegría de Delia Víquez contagia a quienes se relacionan con ella.
Su orgullo es ser la primera “niña probeta” del país.
Su madre, Xiomara Espinoza, se había operado para no tener más hijos, pero cuando contrajo matrimonio por segunda vez, quiso engendrar de nuevo.
Ella y su esposo, Herman Víquez, acudieron al doctor Gerardo Escalante, quien efectuó el procedimiento.
La pareja está a favor de que se legalice de nuevo la fecundación in vitro. “Puede haber una legislación adecuada”, afirmó Víquez.
A Delia le gusta escuchar música cristiana, “chatear” con amigos y sueña con ser odontóloga.
Defiende el método
El médico Gerardo Escalante defiende la fecundación in vitro y sostiene que no propicia la muerte de embriones.
“La fertilización in vitro es un tratamiento para una enfermedad llamada infertilidad”, afirmó.
Según el especialista, un fenómeno genético provoca que algunos embriones no se desarrollen y no que el médico los mató.
Añadió que los embriones en vez de desecharse se pueden preservar mediante la congelación.
“La Sala detuvo la práctica, pero no nuestro convencimiento de que este recurso es un tratamiento para las personas, que por discapacidad, no pueden tener sus propios hijos”, concluyó.
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