Gabriela Solano

Dos años bastaron para que Destiny Hope Cyrus –llamada ahora Miley Ray Cyrus– alcanzara el estatus de estrella adolescente, la mejor pagada de Hollywood, por cierto.

Aunque su amplia sonrisa y sana apariencia le valieron para ser una de las consentidas del público, su imagen se ha visto empañada por la fotografías en las cuales “Hannah Montana” pasó de inocente a sexual.

Ver su delgada figura medio envuelta en una sabana en las páginas de la revista Vanity Fair, así como imágenes en Internet de su “pequeña” mostrando el sostén y en escenas románticas con un galán, le pusieron el pelo de punta a los magnates de Disney, quienes no dudaron dos segundos en sancionarla.

Miley fue sorprendida por el lado oscuro de la fama, aquel donde el lente no perdona a las estrellas y señala con un dedo acusador a los ídolos adolescentes.

Sus disculpas no se hicieron esperar, sin embargo para muchos críticos este podría ser el primer indicador de que detrás de esa virginal quinceañera existe mucho más.

Pese al escándalo, ella contó con la bondad de su público quien la sigue adorando y cantando sus canciones.

Su serie se mantiene con éxito al aire, pronto estrenará película y como si fuera poco, la revista Time la incluyó en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo, junto a personalidades como Tony Blair y el Dalai Lama.

Nada mal para una chica que creció en Nashville en una granja rodeada de animales.

Cosas del destino

El camino de Destiny Hope (significa destino y esperanza) parecía estar predestinado. Siendo hija del cantante de country Billy Ray Cyrus, era lógico que la música se fuera colando en sus sueños. Aunque soñaba con su nombre en las marquesinas de Broadway y no de Hollywood. Ironías de la vida.

A los 6 años comenzó a cantar y a los 10 ya tocaba la guitarra.

Su habilidad para componer –tiene más de un centenar de letras– y actuar no tardó en demostrarse. Fue así como en el 2003 debutó en la televisión gracias a la serie “Doc” y en la película de Tim Burton, “Big Fish”.

A los 11 años tuvo su primer encuentro con Disney. Este no fue muy favorecedor para la niña, quien fue rechazada para trabajar en “Best friend”.

Su segundo “casting” fue mucho más afortunado; ese le valió el papel de “Hannah Montana”. Desde ese momento la vida le dio giro.

Su padre ya no le da mesada. Ella solita se ganó $18,2 millones el año pasado.

Dejó de asistir al Heritage Middle School para recibir tres horas diarias de lecciones con un maestro privado.

Su círculo de amigos varió, pero no los gustos por hacer actividades propias de su edad, como escaparse de compras o escuchar a Hilary Duff y Kelly Clarkson.

En los pocos momentos de esparcimiento que tiene aprovecha para practicar la equitación y agregarle algunas notas al libro: “El diario de Priscilla's Coffehouse”, en el cual rescata algunas anécdotas sobre las personas tan particulares que conoció en un café de Toluka Lake.

Sobre su corazón se sabe poco, bueno al menos hasta antes de que se expusieran unas fotografías en las que aparece junto a un joven desconocido. Hasta el momento solo se sabía de su romance con Nick Jonas –sí, uno de los exitosísimos Jonas Brothers– con quien supuestamente terminó por falta de comunicación.

Su imperio

Con 15 años

Miley representa para Disney una de sus principales betas de dinero. De hecho la revista “People” lanzó la predicción de que la cantante y actriz amasará una fortuna de $1.000 millones en el año fiscal del 2007-2008. Este podría ser el resultado de lo que genere en la taquilla de su película, los boletos vendidos en el “tour”, contratos para anuncios, el lanzamiento de su nuevo disco en junio, la película en 3D “Bolt” para la que prestará su voz, su libro de memorias, así como la venta de mercadería variada (juguetes, ropa, productos para la piel, muebles y útiles escolares).