Colombia / AFP y EFE.- Bebiendo agua con sal y comiendo ratones cocinados, sobrevivió al cautiverio el excongresista colombiano Óscar Tulio Lizcano, quien se fugó de la guerrilla de las FARC con ayuda de su carcelero, tras más de ocho años de secuestro.

En conferencia de prensa el pasado jueves, Lizcano recordó también que logró superar la soledad y mantenerse cuerdo en la selva gracias a la lectura de poemas del uruguayo Mario Benedetti.

Lizcano retornó a la libertad hace una semana, después de tres días de penosa fuga en compañía de Wilson Bueno, “Isaza”, a quien las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) le habían encomendado su custodia.

En la narración de sus días de cautiverio, dijo que durante muchos momentos los guerrilleros debieron soportar el cerco del ejército, lo que impedía el ingreso de alimentos al campamento ubicado en las selvas del departamento de Chocó.

“Hubo treinta días en que en esas marchas (eludiendo al Ejército) tomábamos agua con sal al desayuno, al almuerzo y a la comida, y eso ya me causaba vómito”.

“Algunos guerrilleros (...) cazaban unos ratoncitos, les quitaban la cabeza y la cola y se los comían. Había un guerrillero que por la noche en las botas me metía un ratón cocinado, que yo me lo comía”, detalló.

La entrega de ese alimento era clandestina porque los rebeldes tenían prohibido hablarle, destacó el excongresista de 63 años, quien indicó que tras recuperar su libertad lo único que quiere es “vivir minuto a minuto”.

De profesor

Para sobrevivir mentalmente, debido al aislamiento verbal en que lo mantuvieron durante su cautiverio, Lizcano, además de los poemas de Benedetti, impartió “clases” a los árboles que bautizó con nombres propios simulando que eran estudiantes.

“Era lo único que me daba aliento y me hizo romper la soledad”, recordó con voz entrecortada y lágrimas.

Tras agradecer a “Isaza” el haberlo sacado vivo del cautiverio, afirmó que fue el insurgente quien tomó la decisión “unilateral” de fugarse en su compañía, presionado por el hambre debida al cerco del Ejército, insistió.

Prometió que no “abandonará” al guerrillero porque le debe la felicidad de estar nuevamente con su familia, mirando a su esposa Martha y a sus dos hijos, quienes lo acompañaron.

Recordó que durante los tres días que duró la fuga escapando de “unos 30 guerrilleros” que “los perseguían como sabuesos”, el insurgente fue quien lo “sacó vivo”, porque debió cargarlo el último día porque ya no podía caminar.

“A la segunda noche empecé a arrastrar las piernas. El cuerpo no me daba, pero mentalmente quería salir", indicó, tras señalar que al alcanzar la libertad le dijo a “Isaza”: “Amigos para siempre porque usted me salvó la vida”.

Una década secuestrados

Lizcano recordó a los que siguen en la selva. AFP.

Las familias de tres oficiales de la policía colombiana, rehenes de las FARC, conmemoraron ayer el décimo aniversario del secuestro de los efectivos en el ataque de esta guerrilla a la capital selvática de Mitú.

La fecha fue recordada con un oficio religioso en la ciudad donde tuvo lugar el asalto, que dejó 43 muertos.

Más de un millar de insurgentes, dirigidos por “Mono Jojoy”, jefe militar de las FARC, participaron en el ataque, el primero y único sobre una capital departamental y uno de los más devastadores en la historia del conflicto interno.