Esteban Rojas Sáurez
erojas@aldia.co.cr

“He sufrido mucho. No paro de llorar. Todos los días me levanto y en lo primero que pienso es en ella. No he podido borrar el rostro de mi niña. La tengo grabada en mi mente”, relata Aurora Gómez, madre de Fabiola Sandí, menor desaparecida desde hace más de dos años.

Fabiola se perdió cuando tenía diez años, mientras su mamá y un amigo disfrutaban de las fiestas de Liberia, el 5 de marzo del 2006. El 26 de octubre pasado cumpliría 13 años de edad.

El rostro de Aurora refleja un profundo dolor. “He oído que me está llamando, he salido al corredor y nada”.

Esta mujer ahora es madre de otra niña, Sofía, quien tiene seis meses. Pero asegura que nunca borrará el recuerdo de su pequeña Fabiola.

Entre setiembre del 2007 y octubre de este año, se reportaron 150 denuncias de personas desaparecidas en todo el país, según el OIJ.

Francisco Segura, subdirector de dicho cuerpo, explicó que el 95 por ciento de las denuncias son casos de personas que se fugan. La mayoría de ellas aparecen en menos de 72 horas.

El cinco por ciento restante corresponde a personas que desaparecieron y no se tiene más registro de ellas.

Segura aclaró que no necesariamente están muertas o fueron víctimas de un delito.

Fabiola forma parte de ese grupo de desaparecidos sin rastro.

“Hay personas que me conocen y me dan ánimo. Me dicen que esté tranquila, que ya Dios me devolvió la hija perdida, con el nacimiento de mi bebé”, dice la sufrida madre.

“Yo les digo que es muy difícil perder a alguien que ha estado contigo por muchos años y a quien uno quiere con toda el alma.”

Con lágrimas en los ojos, Aurora suplica: “si alguien la ha visto, dígale que la amo con todo mi corazón, y que busque la forma de comunicarse conmigo”.

Ni rastro de “Panchito”

Uno de los casos que más conmocionó al país fue el deFrancisco Sánchez Potosme. “Panchito” quien se perdió el 28 de marzo del 2001, en San Rafael Abajo de Desamparados. Tenía 7 años cuando desapareció. Las autoridades no descartan que pueda estar en Nicaragua.

Fabio Ortiz es otro caso de la amplia lista que maneja el OIJ. Desapareció en el Zurquí el 26 de julio del 2004. Su familia espera noticias de él con ansias.

El médico Willian Bogantes tampoco aparece desde el 20 de enero del 2005, cuando salió de su casa, en San José centro, hacia su consultorio, en Calle Blancos. No volvió nunca más.

Si usted tiene información sobre alguno de estos casos, puede llamar a la Policía o ingresar a www.costarricensesdesaparecidos.org.

Colaboró: Rolando Avilés, Puntarenas.

“Mientras viva voy a esperar a mi querido hijo Fabio”

Este es Fabio Ortiz. Cortesía
de la familia Ortiz Mora.

El 26 de julio del 2004, Fabio Ortíz, de 24 años, salió de su casa a realizar una caminata al Zurquí y nunca más se le volvió a ver.

Esta visita iba a ser de unas pocas horas, por lo que apenas llevó un pequeño salveque y un paraguas. “Dejó el reloj y el celular en la casa, iba solo con el dinero de los pases”, comentó su madre.

Él es el sétimo de los ocho hijos que tuvieron Pablo Fabio Ortiz y Elda Mora.

“Fabio siempre decía para dónde iba, a qué hora regresaba. Le dijo a mi mamá a qué hora estaría de vuelta ”, comentó Patricia, hermana del muchacho.

Fabio vivía con sus padres y quería estudiar Biología. Le gustaba salir a realizar caminatas solo.

Sus familiares no pierden la esperanza de encontrarlo.

“Esto nos cambió la vida. Es un antes y un después de la desaparición de Fabio. Mientras viva lo voy a esperar” indicó su madre Elda.

Los hermanos tienen guardadas todas las pertenencias de Fabio a la espera de que el joven regrese.

“Todo lo tenemos, desde los juguetes de la infancia hasta el televisor que estaba en su cuarto, porque todos guardamos la esperanza de que él regrese a la casa”, comentó Luis Ortiz.

“Entre cielo y tierra no hay nada oculto”

Millie Ramírez espera que su esposo regrese a casa. Archivo.

El médico William Bogantes salió de su casa el 20 de enero del 2005, rumbo a su consultorio ubicado en Calle Blancos y no volvió más.

Su esposa Millie Ramírez aseguró que no deja de pedirle a Dios que regrese.

Recordó que el día de la desaparición su esposo la llamó varias veces al celular diciendo que estaba caminando y que todo estaba bien.

“Pero al pasar las horas y no poder comunicarnos, llamé a la Cruz Roja quienes montaron diferentes operativos de búsqueda”.

Los operativos comenzaron en las fincas de la familia de Millie en Ciudad Colón, otro grupo en el Zurquí y algunos otros lugares, sin obtener ningún indicio de dónde podría estar.

Millie le pide a las autoridades que no dejen de creer que William puede aparecer, “entre cielo y tierra no existe nada oculto”.

“Los menores no deberían desaparecer”

Francisco Segura. Subdirector del OIJ

¿Cuánto tiempo debe transcurrir para decir que una personas está desaparecida?

Cuando es un menor de cero a 12 años tenemos la directriz, aún sin denuncia, de que la Policía debe actuar y tiene que asistir con toda la capacidad logística que tenga para ir a localizar a ese niño. Los menores no deberían desaparecer.

¿En el caso de los adultos?

Cuando no es un menor de edad, lo que hacemos es que tomamos un reporte y le decimos a los parientes que tienen que esperar 72 horas a que la persona aparezca, sino se formula la denuncia.

¿Por qué se actúa de esta manera?

Porque estadísticamente tenemos demostrado que el 95 por ciento de las personas aparecen en este lapso de tiempo.

¿Por qué la Policía Judicial atiende las denuncias de desaparecidos?

Porque algunas de esas desapariciones son muy sospechosas y puede que detrás de esto se esté dando un delito, un homicidio, una violación, un secuestro, hay tantas cosas que se pueden presentar.