Julio Peña, corresponsal
Rodolfo Martin
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Nicoya, Guanacaste.- Aquí y en el resto de la provincia, al caer la tarde, las abuelitas cariñosas le transmiten a sus nietos los cuentos y leyendas del “Viejo del Monte”, “Oro sí, Plata No”, “Un viernes Santo en la Hacienda El Hacha”, como un ritual que trasciende de generación en generación.

En el Caimito, un pequeño caserío en las afueras de Nicoya, el OIJ determinó que aquí ocurría todo lo contrario. Una mujer de 65 años instruía a su nieto, menor de edad, en el arte de distribuir y vender droga.

“Vendían coca como si se tratara de pizza”, expresó un policía.

Así lo hizo ver, anteayer, el presidente del Tribunal de Juicio, Wilson Chon Kan, al finalizar el debate contra Luzmilda de la Trinidad Mejía Arguedas y Antonio Matarrita Mejía, condenados a 10 y ocho años de cárcel, respectivamente.

“Doña Luz, su culpa es mayor porque es su nieto. Usted sabía que era menor. Además, vendía más que él, y es reincidente al haber sido condenada en otra oportunidad por un delito similar”, expresó el juzgador. En el allanamiento a su casa, el OIJ decomisó un Toyota Paseo, un Mitsubishi y un Nissan Sentra. Además varios teléfonos celulares y ¢4 millones ocultos en una almohada.