Jorge Arroyo, escritor
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Quienes detuvieron los trabajos para el nuevo Estadio Nacional… ¡La sacaron del estadio!
Es comprensible que deseen ampliar el verdor de La Sabana, pero es absurdo intentar detener ahora las obras para un edificio de importancia, si desde hace tiempo hubo chance para objetarlo.
¿Argumentos? Es insostenible lo de los congestionamientos. El casco metropolitano es un desastre vial, del que nunca se quejaron quienes hoy claman por la fluidez en torno a La Sabana. ¿Que el estadio demolido era feo? Su valor patrimonial se nutría de la querencia del público, y eso debe respetarse.
Ahora, ante una construcción de primera línea también objetan el sitio de construcción.
El punto es referencial. Los hitos geográficos son parte de la memoria cultural de los pueblos y el Estadio Nacional se ganó su lugar… ¡Por derecho!
¿Que lo construyan en otro sitio? ¿Y por qué los oponentes no se llevan La Sabana a otra parte? Hay un parque al sur. ¿Qué tal uno al norte, por Tournón, incorporado al agónico río Torres; y otro al oeste frente al San José Palacio?
Algunos podrían decir que La Sabana se tornó chiquitilla y asfixiada, que está llena de árboles impropios para las aves y que mejor se la lleven de ahí. Pero no: es sitio patrimonial histórico importante y un lugar de esparcimiento popular. ¿Y el Estadio Nacional no lo es?
Hay que defender La Sabana, pero no versus justificados anhelos populares. Es mejor conciliar, acordes con la idea que originó el parque: servicio comunitario.
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