Edgar Fonseca, Director de Al Día
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Una joven aferrada a su talento une al país. Lo hace por encima de toda bandería.

De esos políticos con una empinada deuda con esta bendita nación. De los futbolistas de deslucidas representaciones. Y de tanto oráculo salpicado de vinagre.

María José ha pasado como un huracán por encima del vaivén de sobresaltos y sinsabores de estos tiempos. Unió al país por valores positivos.

Este país no está harto, como dice el Presidente, sino hastiado de una clase política que sigue a la deriva; un país que demanda de su liderazgo decisión y acción.

“La gente está sedienta de un líder”, clama nuestra heroína olímpica Silvia Poll. Pero ¿qué es lo que abunda? Veamos algunas joyas.

El aeropuerto semiparalizado. Rutas claves al sur y al Pacífico en veremos. El principal puerto secuestrado por sindicalistas voraces.

Un “reality show” hace colapsar el sistema de telecomunicaciones y, como María José, todos nos quedamos vestidos y alborotados.

La infraestructura vial derruida. Y los diputados en festín de atraso a leyes claves.

Esquivan, por ejemplo, la Ley de Tránsito que urge. Y, peor aún, nos entrampan el acceso al libre comercio mundial mientras el país está pegado con alfileres en el ranking mundial de competitividad.

Y la joya que faltaba: unos iluminados paralizaron el nuevo Estadio Nacional.

Alguien deberá dar cuenta algún día por todo esto y más. La Sabana se hará pequeña para ese juicio.

A la medida- Cualquiera que tenga cuentas pendientes con la justicia, bienvenido sea, dice, más o menos, el eslogan de campaña de una sambumbia política que talla sus estatutos a la medida y gusto del cliente.