Mauricio Astorga
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México D.F. Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra con su hijo. Un día el hijo le dijo:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? -respondió el padre. Veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días regresó, acompañado de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte! - exclamó el muchacho.
Nuestro caballo trajo otro.
-¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre. Veamos qué nos trae el tiempo…
Días después, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo, quebrándose una pierna.
-¡Padre, qué desgracia! ¡Me quebré la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-¿Por qué le llamas así? Veamos lo que trae el tiempo…
El muchacho no se convencía de la respuesta sino que gimoteaba en su cama.
Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del emperador, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero al ver al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron.
Comprendió que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que hay que darle tiempo al tiempo, para ver si es malo o bueno.
Todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas...
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