Martes 21 de octubre de 2008, San José, Costa Rica
Sucesos | Chofer atropella y mata a motociclista en Filadelfia, Guanacaste
Perseguido por la fatalidad
Iba a una audiencia por otro accidente donde hubo dos muertos
  • AlDia.cr
    Un hermano del fallecido, reveló una cuñada, está delicado e internado en un hospital guanacasteco lo que complica más la situación. Julio Peña.
  • AlDia.cr
    La víctima. Vinicio Marchena, 33 años.

Julio Peña, corresponsal y Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

Filadelfia, Guanacaste. - Un chofer que iba hacia los Tribunales de Justicia de Santa Cruz por una audiencia relacionada con un accidente de tránsito donde murieron dos personas, fue nuevamente golpeado ayer por la tragedia, al atropellar y matar a un motociclista.

Esta vez, el hombre de apellido Soto, conducía un Hyundai Galloper, que colisionó contra la moto en la que viajaba Vinicio Marchena Villarreal, de 33 años, quien perdió la vida de manera instántanea, tras el violento impacto.

El accidente tuvo lugar a las 5:45 a.m. en Paso Tempisque de Filadelfia, sobre la carretera que comunica con Liberia.

La hipótesis inicial advierte que uno de los dos transportes habría invadido el carril contrario, adelantó Jorge González de la Policía de Tránsito de Liberia.

El choque, que ocurrió en una recta, dejó a los vehículos al pie de una señal de prevención que regula la velocidad en “25 kph”, con estudiantes presentes.

Marchena quedó a cinco metros de la moto que se partió en dos. A lo largo de 50 metros, quedaron esparcidos restos del vehículo y los bienes del motociclista.

Soto, en compañía de familiares y de su abogado Daniel Martínez, permaneció en el lugar, visiblemente afectado y con manchas de sangre sobre su camisa, provenientes de pequeñas heridas en su cara producidas al quebrarse el parabrisas.

La prueba de alcoholemia que le practicaron salió negativa, confirmó el Tránsito.

El conductor había salido muy temprano de su vivienda en Sardinal de Carrillo.

Por su parte, Marchena, casado y padre de dos menores viajaba desde su casa en Santa Ana, a su trabajo en el ingenio de Catsa.

Allegados contaron que él, precisamente, salía todos los días al amanecer para ir a laborar.

A su cuñada Irma Mendoza le correspondió la ingrata tarea de de reconocerlo en el lugar del percance.

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