Rodolfo Martín
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Heredia - “¿Por qué murió? ¿Por qué se me fue?”, se preguntaba una y otra vez a llanto vivo Milena Campos mientras su esposo, Royner Calderón Ramírez, de 28 años, yacía dentro del carro y cubierto por una sábana blanca.
Lo sucedido es obra de “la fatalidad... del destino”, argumentó Álvaro Montero, oficial de Tránsito que atendió el caso.
Calderón murió a las 2:55 p.m. en la carretera Braulio Carrillo. Lo aplastó una enorme piedra que cayó desde un farallón cuando, con su hermano Carlos y dos amigos, Víctor Julio Valerín Guerrero y Leonardo Arias Toruño, viajaba a Guápiles para, al parecer, negociar la venta de un carro y con ello aliviar una grave crisis económica que lo agobiaba.
Los muchachos salieron a la 1:00 p.m. de La Vega del Roble de Alajuela, de donde son vecinos.
El desprendimiento de la piedra, de unos 300 kilos de peso, tuvo lugar a 13 kilómetros del peaje, carretera a Guápiles.
“Esto es obra de la fatalidad. Esto ocurre en una tarde de verano, sin lluvia, derrumbes ni nebblina. Le cayó encima precisamente al conductor y no a sus amigos”, agregó Montero.
El accidente sucedió a solo 10 metros de donde el 16 de agosto del año pasado falleció, por una causa similar, el oficial de Tránsito Fernando Berríos.
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