Jueves 2 de abril de 2009, San José, Costa Rica
Ovación | Costa Rica supera con mil costos a El Salvador / Galería de fotos de CRC - El Salvador aquí
Más sufrido imposible
La “Sele” triunfó contra once guerreros, contra la ansiedad, contra la presión del reloj

Antonio alfaro
analfaro@aldia.co.cr

Cuando Sudáfrica parecía alejarse, cuando algunos no tenían ya más uñas que comerse. Cuando Kenton fruncía el ceño.

Cuando la ansiedad jugaba en contra y también el reloj, ¡como si no fuese suficiente con once aguerridos salvadoreños! Cuando el estadio callaba y gritaba desesperado en cada avance frustrado.

Cuando de nada sirve rezar -como cantaría Serrat-. Cuando Furtado, ya sustituido, no podía hacer más que lamentarse del penal fallado en el primer tiempo.

Había sido la opción más clara de gol. Centeno iba a tirarlo -o al menos pareció ir por él- Tomó la pelota. Pero Furtado se la pidió. Jamás imaginó lo que vendría, ese raquítico remate suyo, fácil para el arquero Montes.

Metió pata

Pecado mortal, ante un El Salvador más respondón de lo que muchos esperaban: metió pata, contraatacó, obligó a Navas en un par de cabezazos, reventó la bola sin pensarlo mucho cuando fue necesario, le hizo falta a Centeno antes de que se inspirara.

¿Escribí Centeno? Ahí estaba, ahí intentaba, ahí lucía impotente pese a sus intentos por armar, como Brian Ruiz y sus corridas, los intentos de desequilibrio.

Cuando la afición se había desgalillado con el grito de ¡Zorro! ¡Zorro! ¡Zorro! en pedido casi unánime del volante Carlos Hernández, no utilizado en el Azteca y reservado anoche por Kenton más de lo deseado por la afición (entró Brenes, entró Herrera y el ingreso del ¡Zorro! se hizo de esperar).

Cuando ya con Hernández en el campo (incluido al minuto 60 como tercer cambio), el cerrojo rival parecía aún más fuerte y el tiempo por delante cada vez menor. 30 minutos, 28 minutos, 26 minutos, 24 minutos...

Cuando Costa Rica tenía la pelota, pero no la tranquilidad.

Cuando el árbitro parecía decidido a no pitar ningún penal más, pese a algunas jugadas que lo ameritaban. Cuando usted soltaba bocanadas de aire, quizás más de un madrazo y muy pocos ¡uy!.

Cuando se tenía el ataque, pero no las opciones claras de gol. Cuando esta joven Selección, sin mucha experiencia en eliminatorias, empezaba a echar más mano al corazón que a la razón. Cuando la razón sobraba y el nerviosismo se ponía la camisa roja.

¿Cuándo? ¿Cuándo? ¡Más bien cómo! No se veía por donde, cuando llegó ese pase largo, la llegada de Roy Myrie casi hasta la línea de fondo, donde parecía perderse una opción más, su pase hacia atrás al vértice del área. Ahí estaba el “Zorro”. Apareció su centro. ¡Centeno! Apareció el gol.

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