Erick Carvajal M. Alejandro Arley y Franklin Arroyo
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“¡Que viva la patrona de Costa Rica!”, gritaban ayer las personas cuando la imagen de la Virgen de los Ángeles pasaba por sus comunidades.
La fe se desbordó en San José, Alajuela y Heredia.
El paso de la Virgen es histórico porque por primera vez un 1.° de agosto es la imagen la que recorre el país y no los romeros quienes van hasta Cartago para rendirle homenaje.
La Virgen salió a las 6 a.m. de la basílica de los Ángeles, fuertemente custodiada por policías y una caravana de fieles.
Antes, a las 5 a.m., el estruendo de las bombetas había levantado a los cartagineses y anunciaba que “La Negrita” se alistaba para salir de su casa.
Su recorrido incluyó comunidades como San Pedro, Guadalupe, Tibás, Santo Domingo, San Pablo, San Rafael y la ciudad de Heredia.
También llegó a San Joaquín de Flores, Desamparados de Alajuela, San Antonio de Belén, Santa Ana, Escazú, Alajuelita, Hatillo y la capital.
El rector de la basílica de los Ángeles, Jorge Eddy Solórzano, se mostró muy alegre al ver que en cada sitio había cientos de fieles. “La gente ha desbordado las calles en cada comunidad donde hemos estado y esto es una fiesta”, comentó Solórzano.
Grettel Chaves, vecina de San Rafael de Heredia, aseguró que la idea de sacar a la Virgen fue excelente, ya que muchos no podían ir a la tradicional romería.
“Vengo para darle gracias por tantas cosas que le ha dado a mi familia”, manifestó.
El obispo de Cartago, José Francisco Ulloa, comentó ayer que muchas personas le piden a la Virgen que detenga la pandemia.
“En la historia de Costa Rica siempre ha estado en situaciones difíciles, esperamos que, esta vez, la Virgen María nos cubra y detenga esto”, manifestó Ulloa.
Berta Alfaro, vecina de Alajuela, declaró que su devoción es tan grande que no podía perderse la visita de la Virgen.
“Le pido que ayude a Costa Rica a pasar esta situación económica tan difícil”, indicó.
El recibimiento en la Catedral Metropolitana fue increíble. Cientos de personas cantaban y agitaban banderas blancas y pañuelos.
El obispo de San José, Hugo Barrantes, rezó el rosario junto con la multitud.
Pasadas las 5 p.m., la Virgencita emprendió su retorno a Cartago, no sin antes pasar por Zapote, Guadalupe y Taras de Cartago.
Hija del Sol
El resplandor o aureola que rodea a la imagen de 20 centímetros es de oro de 18 kilates y tiene piezas de plata. Posee más de 100 incrustaciones de piedras preciosas, como zafiros, esmeraldas y rubíes.
La pieza más antigua data de 1802 y es el sobrepuesto. Para la coronación de 1926, se hizo una nueva pieza de la rayería. En el robo de 1950, hubo un gran deterioro y el resplandor volvió a ser reformado.
El peso del resplandor y su valoración no son revelados. Están en los archivos de la basílica y se guardan con gran celo. La familia Del Valle es la que se encarga del resplandor desde hace 210 años.
La imagen del resplandor está inspirada en el Apocalipsis, que habla de una mujer vestida del Sol, con la Luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. Además, la imagen tiene el escudo de Costa Rica.
Se le debe dar mantenimiento, aproximadamente cada dos años. Una limpieza o pulida requiere mucho cuidado pues las piezas son muy antiguas. Puede tardarse, aproximadamente un mes en ese proceso.
La basílica de los Ángeles ha sido edificada en cuatro oportunidades.
La primera construcción data de 1675, aproximadamente, pero en enero de 1715 la destruyó un terremoto, situación que se repetiría.
Esa primera edificación, según el libro “La basílica de Nuestra Señora de los Ángeles: testimonio arquitectónico de la fe costarricenses”, de la historiadora Sonia Gómez Vargas, era de adobe y paja.
En 1727 levantaron una segunda ermita, pero fue destruida por el terremoto del 7 de mayo de 1822.
Se reconstruyó y en 1841 otro sismo destruyó el templo.
Volvió a ser remodelado en 1861 y destruido, posteriormente, por el famoso terremoto del 4 de mayo de 1910.
La basílica actual se comenzó a erigir en 1912 y se terminó en los años 30. En los 60 se reforzó y se le dio el aspecto actual.
La familia Soto Coto de Cartago tiene la responsabilidad, desde hace dos siglos, de dar mantenimiento al resplandor de “La Negrita”.
Fue el orfebre catalán José María del Valle y Alarcón quien, cerca del año 1800, elaboró lo que se conoce como el resplandor o rayería que rodea la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles.
209 años después, los descendientes de Del Valle se encargan de darle mantenimiento.
Según Fernando Soto, pariente lejano del primer Del Valle, para la familia es un honor tener a su cargo esta tarea.
Con certeza no sabe a quién le corresponderá seguir la tradición, aunque todo apunta a que será su pequeña hija de cuatro años.
El primer Del Valle fue traído por la familia Ortiz de Cartago.
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