Carlos Láscarez S.
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Una fiesta de “barra libre” de jóvenes en Santa Ana se convirtió la madrugada del 12 de diciembre del 2004 en pesadilla para cinco personas, quienes hoy se enfrascan en un juicio por supuesta violación y tres abusos sexuales.
Los abusos denunciados por una mujer, corredora de bienes raíces de 24 años, tienen en el banquillo a cuatro hombres, entre ellos dos hermanos, identificados por las autoridades como karatecas.
La ofendida señaló como supuestos responsables de los hechos a cuatro hombres de apellido Luque, de 29 años, Espinoza, de 28, y dos hermanos apellidados Alvarado, de 34 y 29 años.
A los imputados se les conoce con los sobrenombres de “Gato”, “Taz”, “Checho” y “ Coco” quienes se especializaron años atrás en karate kyokushin (de contacto pleno). Dos de ellos representaron al país en torneos en Puerto Rico, España y Japón, entre los años 1999 y 2002.
Versiones encontradas
Según información judicial, la víctima llegó la noche de los hechos a la fiesta en compañía de varios amigos. Tras cancelar los ¢8 mil de entrada, departió, bailó y se tomó algunos tragos. Entre la 1:20 a.m y la 1:36 a.m., se dirigió sola a unos baños móviles, detrás del lugar donde era la fiesta.
En ese punto, aseguró la denunciante ante el tribunal el miércoles pasado, fue interceptada por desconocidos.
Instantes después y sin saber cómo, fue llevada hasta un Isuzu Rodeo, donde fue víctima de los presuntos abusos.
“Nunca había sentido un dolor así. Mientras (...) me violaba, le suplicaba que se quitara. Yo no lo disfrutaba (...) ellos sí. Estaba aturdida y aterrorizada. Recuerdo que dos estaban hincados en el asiento de adelante y viendo hacia atrás, mientras que otro por fuera de una ventana trasera me tocaba. Por la vergüenza y dolor hasta me vomité”, declaró, llorando, la víctima.
Un día antes, el imputado conocido como “Gato” aseguró a los jueces que esa madrugada se dio besos muy apasionados con la ofendida, dentro del carro, y que luego sostuvieron relaciones sexuales consentidas.
“Todo fue mutuo y totalmente consentido. Hasta me contó que iba para México a terminar su carrera. Luego, ambos nos quedamos dormidos hasta que mis amigos llegaron a despertarnos. Nunca, nunca he violado ni violaría a nadie”, sostuvo el acusado.
Agregó que jamás existió un plan acordado con sus amigos para llevar a cabo la relación sexual.
Carro se movía fuerte
Según información judicial, en el momento de los hechos, dos amigos que se dirigían a su vehículo para recoger unos panfletos, observaron un Isuzu que se movía de forma extraña y fuerte.
En ese momento, no le dieron importancia, hasta que notaron el arribo de un segundo hombre y, minutos después, el de otros dos quienes, al parecer, permanecieron varios minutos en el auto.
Al notar que la situación era irregular, los dos amigos alertaron a dos agentes de seguridad quienes chequearon el Isuzu con un foco.
Acto seguido, volvieron a la fiesta hasta que la actividad se vio interrumpida por la llegada de un oficial de seguridad, quien había sacado del carro en brazos a la ofendida y la colocó en una mesa del restaurante.
Se veía mal vestida, descompuesta y con olor a alcohol, añade la información judicial.
“Sin ninguna consideración, me dejaron tirada en una mesa, donde fui expuesta a las burlas y risas de muchos. Tenía la camisa mal acomodada y el pantalón abierto. Me dejaron como diciendo ‘de quién es esto, quién se lo quiere llevar’”, afirmó la mujer.
Recordó que fue llevada al hospital Cima, donde sufrió lo que calificó de una madrugada eternamente larga y, ahí, fue sometida a incómodos exámenes y preguntas desde las 2 a.m. hasta las 8 a.m.
“Si hubiera sido algo placentero, me hubiera ido para mi casa. Si la relación sexual hubiera sido consentida, no estaría en esto cinco años después. Ahora me cuesta concentrarme, paso dispersa y no contesto llamadas de gente que no conozco”, narró.
Por la inocencia
Cada imputado cuenta con dos representantes legales, quienes afirmaron por teléfono que en los próximos días presentarán pruebas que le darán un giro al juicio.
Federico Campos, defensor del imputado Alvarado conocido como “Gato”, comentó que el testimonio de la mujer no debe verse aisladamente, sino que en su momento debe ser examinado con otras pruebas que se van ir presentando a lo largo del proceso.
“Confío en que esas pruebas van a demostrar la inocencia de mi defendido. Lo que sigue nos irá dando el resultado”, señaló.
Campos indicó que después del interrogatorio de la ofendida cree que hay un sinnúmero de contradicciones entre lo que ella dijo anteriormente en el proceso y lo que declaró en el juicio.
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