Domingo 11 de enero de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | LLevan comida, ropa, agua, leche, cobijas y palabras de aliento
Tras la oscura tragedia, llega una luz
Cientos de voluntarios trabajan tenazmente para ayudar a las víctimas del terremoto
  • AlDia.cr
    El enfermero Efraín Moreira revisó el estado de salud de Gloria Soto, de 78 años, quien perdió su casa y está en el albergue de la comunidad Shalom, en Fraijanes de Alajuela. José Rivera.
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    Emilia Castro aprovechó el fin de semana para trabajar por los damnificados. Ayer, ordenaba ropa que han donado. José Rivera.
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    Un camión de la empresa DHL llevó a Poasito suministros enviados desde Casa Presidencial. José Rivera.
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    Los empleados del ICE laboran sin cesar. José Rivera.

Ronny Rojas
ronnyrojas@aldia.co.cr

Poasito de Alajuela. - Tras las horas más oscuras de la tragedia, la solidaridad de los ticos no abandona a las personas afectadas por el terremoto del jueves anterior.

Muchos voluntarios, incluso algunos que también sufrieron las consecuencias del sismo, dejaron de lado sus problemas para ayudar a otros más necesitados.

Uno de ellos es Ariel Gurdián, de 25 años y vecino de Sabana Redonda de Poás, cuya casa quedó inhabitable y quien lleva dos días trabajando duro en el alberge de la comunidad cristiana Shalom, en Fraijanes de Alajuela.

Allí permanecen 120 personas, a quienes no les ha faltado comida, ropa, medicinas y un sitio para dormir. A Ariel lo hallamos ordenando las prendas que han llegado para los damnificados.

Su esposa sufrió fracturas, tras el colapso de su vivenda, y ahora está con su hija en la casa de su suegra. “Es dificil explicar porque estoy aquí, pero mucha gente ocupa más ayuda que yo”, dice.

Emilia Castro, vecina de San Pedro de Poás, aprovechó el fin de semana para ir con su hijo a Fraijanes a “ponerse a disposición de quienes lo necesitan”.

Igual hizo José Montero, un voluntario del PANI y vecino de Barreal de Heredia, que viajó a Fraijanes para cuidar a los niños que están en los albergues. Médicos del Área de Salud local recorren éstos para revisar a los afectados.

Han tratado a personas asmáticas, con presión alta o descompensadas, pero nadie grave.

En Poasito, Ademar Rojas limpiaba los baños que utilizan los damnificados. Él es vecino de Vara Blanca y perdió su casa, pero afirma que le agradece a Dios, porque su familia está a salvo.

En ese albergue hay unas 200 personas, vecinas de Cinchona y Vara Blanca, pueblos destruidos por el fortísimo temblor.

A Vara Blanca llegaron muchos dueños de cuadraciclos para trasladar personas y suministros. Entre ellos, está Carlos Valverde, de San José, quien estará ahí “hasta que sea necesario”.

Enrique Guerrero vende frutas en Poasito. Ayer volvió a su local para revisar los daños y aunque sabe que sus ingresos van a caer, porque el turismo en la zona desapareció, él cree que la ayuda debe ser para otros, más afectados.

Camiones cargados con agua, leche, comida, ropa y otros productos subieron a la zona. También apreciamos vehículos particulares, que llevaban tiendas de campaña y comida.

Desde Vara Blanca constantemente salen equipos de la Cruz Roja con provisiones para la gente que permanece en la montaña.

A lo largo de la vía, cientos de trabajadores del ICE apuran el paso para restablecer la electricidad. Ayer por la tarde, ya lo habían logrado en Poasito.

Se ven cruzrojistas y policías con rostros de cansancio y otros reposados que llegan a reemplazarlos. La ayuda no ha cesado.

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