Franklin Arroyo González
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El geólogo costarricense Pablo Ruiz vivió el susto de su vida, el jueves pasado, durante el terremoto de 6,2 grados.

Se encontraba quebrada abajo, en el río Pulga –afluente del río Paz– cuando el fuerte sismo lo sorprendió junto a su compañero Pedro Acosta.

“Todo se movía, el temblor me tiró al suelo, no podía mantenerme de pie. Los geólogos sabemos que cuando eso ocurre es que es algo grande”.

Ambos científicos quisieron tomar rumbos diferentes durante el sismo. Pablo hacia arriba y Pedro hacia abajo.

“Le dije a Pedro que lo mejor era arriba, lo convencí y mientras pasaba, permanecimos juntos, pero en eso, quedamos en medio de dos deslizamientos, separados por unos 10 metros uno del otro”, contó Pablo.

“Observé cómo caían árboles, que daban vuelta y quedaban con la raíz hacia arriba, nunca imaginé que vería algo así”.

Al pasar el movimiento, ambos salieron del cauce del río buscando la carretera y fotografiaron las secuelas del evento.

“No tenía idea de la magnitud. Pero le preguntamos a un muchacho que nos dijo que había sido de 6,2 en escala Richter. Caminamos por la carretera cuando podíamos, cuando no, íbamos por los potreros. Nos topamos con algunas personas, algunas tenían heridas. No vimos fallecidos”, recordó el geólogo.