Juan José Herrera
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Es hoy por hoy un futbolista cuya calidad es casi que de otro mundo. Pero a Lionel Messi el éxito no le llegó de la noche a la mañana, su camino a la grandeza fue arduo y lleno de sacrificios.
Nacido en Rosario, Argentina, Lionel Andrés Messi debutó en el fútbol a la temprana edad de cinco años, con el Grandoli, un equipo de barrio a pocas cuadras de su casa, al que iba en compañía de Celia, su abuela materna.
Ahí conoció a Aparacio, el técnico del equipo y quien se asombró de inmediato por la capacidad del pequeño.
“Pasaba los gambeteos a todos, y yo le decía ¡patéala!, ¡patéala!”, afirma hoy el que sería su descubridor y el primero en llamarlo “La Pulga”.
Dos años más tarde comenzó a entrenarse en las divisiones inferiores del club Newell's Old Boys, donde jugó hasta el año 2000.
A los once años y pese a su gran actuación, fue rechazado por el River Plate, ya que se le detectó una enfermedad hormonal que afectaba su crecimiento y cuyo tratamiento costaba ¢514 mil mensuales por tres años.
Para afrontar su tratamiento, su familia se mudó a España, en busca de un mejor futuro. Allí, con apenas trece años, Messi realizó una prueba en Barcelona.
Casi de inmediato el club catalán se ofreció a pagar su tratamiento. Y desde ahí, la historia ya es conocida. Toda una estrella.
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