Leonel Jiménez
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Nunca antes se habían visto cosas tan contradictorias, sorpresivas y vergonzosas en un torneo de nuestra zona.
Los que pronostican, los que más “saben”, daban como un hecho que Costa Rica sería campeón, luego que los “panas” habían eliminado a Honduras.
Todo estaba preparado para que nuestra Tricolor celebrara el triunfo y el título de la Uncaf.
Ya la euforia de algunos medios se había desatado y casi nadie dudaba que Costa Rica era superior a las selecciones centroamericanas.
De repente todo el país despertó de un sueño, jugadores y cuerpo técnico, que eran los primeros en creerse los mejores, tuvieron que buscar alguna justificación para exculparse de la derrota y la responsabilidad que les corresponde.
Que terminamos invictos, que probamos jugadores, que tenemos el goleador, el portero menos vencido, el equipo más goleador, que salimos con la frente en alto. ¿Y qué?
Se nos fue el título y punto, Brasil también se fue invicto del Mundial Argentina 78 y fracasó, ya que la albiceleste fue campeón.
¿Cuál fue la verdadera lucha que dio la Tricolor en la final? Un equipo distendido, que le faltó lucha y capacidad, que apenas reaccionó un rato en la segunda parte.
He sentido cierto grado de complacencia porque se terminó sin derrotas, dándole algún grado de importancia al subtítulo.
O sea, ahora hay que conformarse con ser los primeros perdedores del área, esa apatía e indolencia del tico nos puede hacer mucho daño con lo que se avecina. Hay que derrotar a Honduras.
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