Antonio Alfaro, periodista
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Recibí un curso intensivo, doce días en Tegucigalpa, para entender por qué Honduras, nuestro rival de mañana, no ha ido a los últimos mundiales de fútbol.
Lección I. Leer periódicos locales. “¡No nos ven ni la sombra!”, tituló un periódico hondureño durante la Uncaf, después de tres victorias. Tan solo un juego más tarde, el mismo diario se veía obligado a titular: “¡Con las manos vacías!”, ante la derrota frente a Panamá en las semifinales.
Lección II. Conversar con taxistas hondureños (expertos de la calle y lo que en ella se dice). “Ganan dos partidos y ya se creen los mejores”, me explicó uno.
Lección III. Ver el nivel de los jugadores. Calidad tienen y han tenido de sobra, quizás más que Costa Rica, jugadores al estilo del “Macho” Figueroa (al final de los años 80), Dolmo Flores (en los 90), Carlos Pavón y Amado Guevara (con apogeo a inicios de esta década). ¡Ni qué decir los recientes! exportados a Inglaterra, España, Portugal...
Lección IV. Volver a leer los diarios. A Amado Guevara le han llamado “el sabio Lobo”, a Wilson Palacios “el Harry Potter” hondureño –por fortuna está suspendido para el juego de mañana–. Suazo es “el Rey David”, Carlos Pavón “la sombra veloz” (en la Uncaf fue solo “la sombra”).
Conclusión: Honduras es un duro rival, pero se le puede ganar con una palabra... ¿La adivina usted?
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