Yensy Aguilar Arroyo
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“Solo puedo decir que esto es un milagro. Dios nos dio mucha fortaleza y estoy muy contenta porque tengo a mi princesita con vida”.

Con esas palabras, María Rugama resume lo que siente al ver a su hija Ana Paulina Rojas, de 15 años, recuperándose del trasplante de hígado que recibió el 2 de junio anterior.

Ana Paulina vive en La Perla de Siquirres, con Randall, su novio, quien la acompañó a lo largo de su enfermedad y hoy está pendiente de su recuperación.

“Extraño comer frituras, sobre todo los productos Tosty”, dijo la joven, quien asegura que le gusta visitar a su mamá, quien reside a 300 metros de su casa, y escuchar música rock.

Rugama hizo un recuento ayer de todo lo que pasó con Ana Paulina desde el 22 de mayo anterior, cuando la joven comenzó a enfermar.

“Me decía que se sentía débil, pero no le tomé importancia. Días después, la vi amarilla y le dije que fuera a la clínica, pero no quiso. Entonces la llevé”, relató.

De la clínica de Siquirres, la muchacha fue trasladada al hospital Tony Facio, en Limón, y días después la enviaron al Calderón Guardia porque sospechaban que tenía hepatitis.

El 27 de mayo, le informaron que requería un trasplante porque padecía la enfermedad de Wilson, que le ocasionó acumulación de cobre en el hígado.

“Cada día se ponía más amarilla y se le hincharon las piernas. Perdía el conocimiento. Antes del trasplante, debía alimentarse con sonda y estaba con respiración asistida”, afirmó la madre.

El 1.° de junio, Ana Paulina fue operada a las 9 p.m. y salió a las 9 a.m. del 2 de junio.

“Afortunadamente, la vi hora y media después de dejar la sala de operaciones. Me sentí muy feliz porque había una mayor esperanza de vida”.

Ana Paulina y su mamá viven en un apartamento prestado, en Moravia, pero la muchacha desea volver a su casa para ver a toda su familia.