Hugo Solano
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San José - “¡Sálvalo! Dios mío”, fue lo único que acató a implorar doña Priscilla Arce, ayer a la 1:19 p.m., cuando vio a su sobrino entre las llantas de un Honda que se metió a la iglesia Evangelio Completo. Su oración fue escuchada.
Nadie se explica cómo el carro que iba cuesta arriba, perdió el control en una curva que está frente a la academia de bomberos en San Antonio de Desamparados, cruzó la calle de lado a lado y se incrustó al lugar como si estuviera entrando a su propia cochera.
Al lado adentro del portón, que quedó destrozado, jugaba el pequeño Gamaliel Ovares Abarca, quien el mes entrante cumple tres años.
Él estaba jugando con unas crayolas, cuando el carro irrumpió en la iglesia y lo arrastró bajo las llantas unos dos metros.
Bomberos y cruzrojistas fueron alertados y estabilizaron al pequeño que presentaba golpes en la cabeza y escoriaciones en brazos y otras partes del cuerpo.
Ingresó delicado al Hospital de Niños, en compañía de su abuela, Idalí Araica, quien al final de la tarde confirmó que ya estaba fuera de peligro.
El chofer del carro, un jardinero de apellido Calderón, dijo que la dirección le falló y perdió el control. “Yo solo dije Santísima Virgen y luego vi el portón despedazado”, afirmó.
El niño había llegado ayer de Limón y estaba al cuidado de su abuela, en Desamparados.
Ayuno y milagro
Priscilla Arce Marchena, tía política.
Estábamos en un ayuno y el chiquito jugaba. Si no me capeo me lleva con todo y una bebé que yo tenía en brazos”.
Miguel Salazar, tráfico.
La alcoholemia fue negativa y el chofer tenía todo al día. Creo que hubo exceso de velocidad. El carro quedó en la Fiscalía”.
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