Neyssa Calvo Achoy
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Su cuerpo habla del tiempo que ha pasado ejercitándolo y su corazón, de lo mucho que disfruta la vida y quiere las tierras del Caribe que lo vieron nacer y crecer.

Un corazón que fue robado por dos mujeres: Lucianna, su pequeña hija que vive en Perú, y por su novia Guisselle Espinoza, una tibaseña que lo llevará al altar en el 2010.

Muchos han visto a este galán haciendo de hombre rudo en la pantalla grande o dejando a más de una con la boca abierta sobre las pasarelas.

Sin olvidar las veces que apareció en la televisión haciendo comerciales, pues según los registros de su mamá, Maureen Mc Donald, son más de 150 entre nacionales y extranjeros.

Puede que otros se hayan encontrado a Méndez un fin de semana jugando baloncesto con el equipo de segunda división de Desamparados, donde vive desde los 13 años. Este escultural limonense, es un fiebre del basquetbol desde que era muy pequeño. Incluso, fue a raíz de su participación en los juegos nacionales de 1992, en Pérez Zeledón, que logró una beca por cinco años para estudiar en la UIA.

Así fue como sacó una licenciatura en Administración de Empresas y después se inclinó por la Ingeniería Industrial aunque no terminó. Al tiempo se convirtió en terapeuta físico y hoy es dueño de un gimnasio en Rohrmoser.

Durante sus años como estudiante, allá por 1993, incursionó en el modelaje y fue gracias a un amor.

“Fui a buscar a una novia que estaba en ese mundo y me dijeron que hacía falta un modelo para una pasarela. Pagaban ¢10 mil, lo que era mucho en ese momento. Así que acepté”, recordó.

Fue un gran reto para él, porque no solo enfrentó al público, sino también a su familia. Ellos no veían con buenos ojos que el mayor de cuatro hijos fuera modelo.

Méndez viene de una familia de pescadores, aunque sus padres son maestros.

Él sabe lo que es salir en bote a alta mar a las 4 a.m. para pescar langosta y regresar de noche al cabo de 16 horas de trabajo.

No olvida la vez, que siendo un chiquillo, cayó al mar y sintió unos tiburones a su lado. Entre risas recuerda que prácticamente corrió sobre el agua para volver al bote con su padre.

Aventurero

Bismarck es un hombre que no le teme a la aventura: a los 20 años se tiró desde el puente del río Barranca, ¡solo porque quería darse un chapuzón!

A él no le atemoriza el qué dirán. Por eso dice las cosas como las siente. Además, tiene la habilidad de reírse de sí mismo y de esa forma logra bloquear las críticas. No rechaza las que son constructivas si lo convierten en una mejor persona.

“Soy de los que se ‘echan al agua’ para salir adelante”, comentó sonriendo.

Y es que para prueba más de un botón. Se inició en el mundo de la actuación y en la pantalla grande sin haber recibido un solo curso de teatro en su vida.

Recientemente, dio sus primeros pasos como presentador en el programa nocturno “Intrusos de la farándula” y no lo hace mal.

Para él es un gran reto que lo obliga a mejorar cada día, en especial, no debe exagerar los gestos que es algo muy natural en el teatro. Además, se ha propuesto dominar su acento limonense.

Su forma de expresarse y de contar sus historias son parte de su sello personal. Bismarck se vale de dichos para comunicar sus ideas, así que de pronto, puede que suelte por ahí: “vamos como el patacón pisao”.

Dice que solo trata de ponerle un poco de humor a las cosas para que la gente a su alrededor se olvide de las penas con una buena carcajada.

Su vida

Pantalla

Ha participado en varias películas, entre ellas: “100 días en la jungla”, “Marasmo” y “La loca de Gandoca”.

Con sabor

Es un gran bailarín porque lleva el ritmo caribeño en la sangre.

Pulseador

En 1999, se fue a Estados Unidos a probar suerte. Fue mesero, constructor y limpió alfombras.

Un sueño

Prepara el guión de una película desde hace un año sobre Limón.